Un paso más en la nueva Guerra Fría
Las dos potencias más importantes del mundo, Estados Unidos y China, avanzan en una espiral de amenazas, sanciones y acusaciones de espionaje de consecuencias imprevisibles, para ellos mismos y para el resto del mundo. Que nos recuerda a la Guerra Fría vivida en el siglo XX.
Desde la confrontación en los ámbitos comerciales y tecnológicos hasta la competición armamentística y la lucha por la influencia en los distintos continentes, los dos gigantes protagonizan un pulso por la hegemonía global repleto de peligros y de final incierto.
Un régimen autoritario contra una democracia. Un enorme abanico de hostilidades en todos los ámbitos, geográficos o sectoriales. Espionaje, propaganda, músculo militar, símbolos.
La historia, dicen, se repite; parece ser verdad. La Guerra Fría del siglo XX entre el Kremlin y la Casa Blanca amaga con volver en el siglo XXI, esta vez entre el antiguo vencedor, EE UU, y la nueva potencia en ascenso, China.
En las últimas dos semanas, ambos han llevado al paroxismo un frenético baile de roces, choques, amenazas y sanciones, cierres de consulados, acusaciones de espionaje y vetos de viajes, en el que el paso de uno se ha visto respondido por el otro en una simetría tan perfecta como desasosegante.
Un peligroso duelo a un ritmo cada vez más intenso, de duración y final aún impredecibles. Y que, sea a la hora de elegir tecnología 5G, decidir sistemas de defensa o votar resoluciones internacionales, amenaza con arrastrar —como en la primera Guerra Fría— al resto de países a uno u otro lado de la pista de baile.
Hay, sin embargo, una diferencia radical con respecto a la Guerra Fría que se desarrolló durante la segunda mitad del siglo XX.
La antigua URSS nunca fue la potencia económica que es China, y los dos países entonces enfrentados no se encontraban tan interconectados financiera y productivamente como lo están ahora las dos mayores economías del mundo. “Para mí, eso significa que esta guerra va a durar al menos tanto como aquella o más incluso.
Sé que no es una perspectiva muy bonita, pero es lo que veo”, señala Gary Hufbauer, experto del Instituto Peterson de Economía Internacional y, sobre todo, un veterano de la primera línea de fuego de aquel interminable pulso con Moscú.
Hufbauer, alto cargo del Tesoro de EE UU a finales de los años setenta, considera que “como ocurrió en la Guerra Fría, ambos bandos van a buscar aliados para reforzarse, pero China tiene más habilidad para eso. Rusia atrajo aliados con la ocupación militar. Pekín no lo necesita, [el presidente chino] Xi [Jinping] está usando la economía para poner a otros países en su órbita”.
Este grave deterioro se produce apenas seis meses después de que los dos países firmaran el 16 de enero, con toda pompa y circunstancia en el salón Este de la Casa Blanca, entre aplausos y alharacas, el acuerdo que debía poner fin a todos los desacuerdos entre ellos, la primera fase de un pacto para poner fin a la guerra comercial que libraban desde 2018.
La pandemia de covid-19 ha hecho saltar ese proyecto por los aires, y ha sacado de nuevo a la luz las tensiones que la firma del acuerdo comercial había escondido debajo de la alfombra. Unas tensiones basadas en una enorme desconfianza mutua, de raíces históricas e ideológicas y que las recriminaciones en torno al origen y la gestión del virus han puesto de nuevo en el primer plano. La rivalidad, ha quedado claro, es sistémica y se extiende a todo tipo de áreas.
La competencia es por la influencia mundial China, con su iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda, Estados Unidos con el peso de sus 75 años como superpotencia por la innovación en áreas como la inteligencia artificial o los vehículos eléctricos; en la carrera espacial ambos están lanzando misiones a Marte con días de diferencia o en el armamento ultramoderno, sea termonuclear, convencional o cuántico. Ahora, también, por conseguir la vacuna que ayude a resolver la crisis más grave en lo que va de siglo.
La administración de Trump, presentada en diciembre de 2017, señalaba a China y Rusia como rivales que amenazaban la prosperidad y los valores de Estados Unidos. “Después de haber sido desestimada como un fenómeno del siglo pasado, la competencia entre grandes poderes ha vuelto”, decía el documento, recuperando el lenguaje de la carrera entre superpotencias.
En el campo de la tecnología, desde hace más de un año se arrastra la disputa en torno a Huawei, el gigante chino del que EE UU sospecha que puede actuar como caballo de Troya en los terminales o las redes 5G occidentales; una disputa en la que Washington presiona a sus aliados para que rechacen las ofertas chinas y que en Pekín se percibe como un intento de neutralizar a un competidor que ha tomado la delantera.
Solo el acuerdo comercial sigue de momento en marcha, aunque agarrado con alfileres y pese a que Trump ya ha declarado que no tiene ningún interés por avanzar a la fase dos del pacto.
China considera que su auge corrige injusticias históricas y devuelve al país al lugar que históricamente le corresponde. Desde hace ya tiempo y desde luego, desde el comienzo de la guerra comercial ha llegado también a la conclusión de que Estados Unidos es una potencia decadente que quiere impedir el ascenso de China en el escenario global para no perder sus ventajas.
Es una convicción generalizada: tan ubicua entre los círculos de poder como en las charlas de los ciudadanos de a pie. Y Pekín responde o se anticipa con una asertividad creciente, que ha aumentado de manera notable durante la pandemia.
Estados Unidos, por su parte, cree que Pekín amenaza sus intereses estratégicos y compite de manera injusta en el ámbito comercial.
“Ahora mismo, el nuevo entendimiento es que las relaciones entre China y Estados Unidos no volverán a ser las mismas”, indicaba, citado por el periódico Global Times, Liu Weidong, uno de los encuestados y asociado a la Academia China de Ciencias Sociales, uno de los grandes laboratorios estatales de ideas.
Porque, ¿y si Trump pierde la reelección el 3 de noviembre? Los datos de Pew evidencian que los frentes entre ambos países van más allá de la agenda trumpista y Joe Biden, aspirante demócrata a la Casa Blanca, ha transmitido un mensaje duro contra el régimen de Xi.
Hufbauer da por seguro que esta guerra fría seguirá con Biden en la presidencia. “La retórica y el énfasis será diferente posiblemente. Biden hablaría de comercio, pero seguramente hablaría más de Hong Kong, o de los uigures, de las condiciones laborales, medio ambiente. Cambiaría la conversación, pero la guerra comercial no desaparecerá”, opina. Biden, para empezar, ha presentado un programa económico que abraza parte del nacionalismo económico de Trump bajo el lema “compra productos americanos”.
Frente a una relación claramente más encrespada entre ambas naciones, a principios de este mes se aprobó la polémica Ley de Seguridad para Hong Kong, que permite castigar actividades denominadas “separatistas”, legislación criticada por la comunidad internacional,
Pues pone en riesgo la autonomía de la región. Por la aprobación de esta ley, Estados Unidos implementó sanciones para las personas e instituciones que la apoyan y finalizó el trato comercial especial que mantenía EU con Hong Kong.
Con este tablero sobre la mesa, Estados Unidos y China se encuentran en una carrera espacial para conquistar Marte. China acaba de lanzar una sonda denominada “Preguntas celestiales”, que pretende explorar el planeta rojo y es la primera señal de rivalidad espacial con Estados Unidos que ya planea enviar otro robot a Marte.
Sumado a la exploración de Marte, los dos programas espaciales ya se encuentran en una lucha por llevar una vez más al ser humano a la Luna.
La rivalidad entre una superpotencia, como es Estados Unidos, y una potencia en ascenso militar y económica, como China, puede generar una separación mundial de dos bloques y es como regresar al pasado.
Sin embargo, la Guerra Fría del siglo XX no contaba con un contrincante tan poderoso económicamente como es hoy China y el mundo en el que vivimos es un campo de batalla totalmente interconectado y con una tecnología muy superior.
Samuel Gutierrez Manzanares.
Fuentes: https://elpais.com/internacional/2020-07-25/ee-uu-vs-china-escenarios-de-la-nueva-guerra-fria.html