Un mundo sin Trump

OBJETIVO LA CASA BLANCA

Las elecciones presidenciales en Estados Unidos se celebrarán el próximo mes de noviembre en plena pandemia del coronavirus. A tres meses para su realización, analizamos las encuestas que miden la pelea por el voto popular entre Trump y Biden, el virtual candidato demócrata.

 Introducción 

Las encuestas muestran que los estadounidenses se disponen a echar a su presidente ante la gestión pésima de la pandemia y su reacción virulenta a las protestas raciales.

Solo una remontada histórica de aquí al 3 de noviembre podría evitarlo.

A Donald Trump le gusta presumir de que en sus mítines jamás queda un asiento vacío.

Todo cambió el 20 de junio en Tulsa (Oklahoma), donde sus partidarios apenas llenaron un tercio escogido para lanzar su campaña a la reelección.

Quedó claro que la decisión de organizar un evento multitudinario en un espacio cerrado y en un Estado en los que los contagios de coronavirus crecían con fuerza fue un tremendo error.

La imagen de Trump regresando a la Casa Blanca cabizbajo, con la corbata desanudada y aire de derrota, circuló rápidamente por las redes sociales para regocijo de sus detractores.

El pinchazo de Tulsa puede marcar el principio del fin de la presidencia del excéntrico multimillonario neoyorquino, que hace cuatro años sorprendió al mundo derrotando por estrecho margen a Hillary Clinton.

A solo cuatro meses de las elecciones presidenciales el demócrata Joe Biden aventaja en las encuestas a su rival por más de 10 puntos porcentuales en intención de voto a nivel nacional y es claro favorito en los estados que inclinaron la balanza en favor de Trump en 2016.

La pésima gestión de la emergencia sanitaria, los estragos causados por el Covid-19 en la economía y su actitud beligerante ante las protestas por la violencia policial contra ciudadanos afroamericanos están pasando factura a un Trump que no atravesaba precisamente su mejor momento de popularidad cuando estalló la pandemia.

A comienzos de verano con el número de contagios batiendo récords diarios y las cifra de fallecidos acercándose a los 125.000 los estadounidenses suspendían mayoritariamente a su presidente.

En una muestra de bajón de autoestima que sufre el país, una encuesta difundida por Gallup situaba el orgullo de ser estadounidense en su nivel más bajo desde que la empresa demoscópica comenzó a hacer esa pregunta, hace dos décadas.

Como suele suceder cuando un presidente de los EEUU se presenta a la reelección, los comicios del 3 de noviembre serán un referéndum sobre su gestión y su capacidad de liderazgo.

El paisaje que dibujan los sondeos es de un país decidido a decir adiós a un dirigente que no ha estado a la altura del cargo, que ha utilizado sistemáticamente la mentira como herramienta política y que ha socavado el prestigio  de su país en el mundo.

Decepcionados, una parte significativa de los electores que confiaron en él hace cuatro años ha ido poco a poco dándole la espalda.

Destacados miembros del partido Republicano han anunciado que no votarán por él, entre ellos el expresidente George W Bush y quien fuera su secretario de Estado, Colin Powell, además de Cindy McCain – viuda de John McCain, héroe  de guerra en Vietnam, senador y candidato republicano en 2008- y Mitt Rommney, que disputó la presidencia a Barak Obama en 2012.

El exconsejero de seguridad nacional John Bolton un duro en política exterior que ha trabajado para los cuatro últimos presidentes republicanos, afirma en un libro sobre su experiencia junto a trump que este representa “un peligro para la república”.

En un gesto sin precedentes, varios generales del Pentágono han criticado públicamente las órdenes de usar la fuerza militar para reprimir las marchas antirracistas, en su mayoría pacíficas.

Las encuestas  

El semanario británico The Economist estrena este año un modelo de predicción que combina encuestas nacionales y estatales con indicadores económicos para pronosticar el resultado electoral.

El 15 de marzo, coincidiendo con el inicio de la pandemia, el modelo mostraba que ambos candidatos estaban empatados. Desde entonces, la ventaja de Biden no ha dejado de crecer. A finales de junio, daba a quien fuera vicepresidente con Obama el 87% de posibilidades de ganar, frente al 13% de Trump.

Las encuestas más recientes de The New York Times, publicadas el 24 de junio, otorgaba al demócrata una ventaja de 14 puntos porcentuales en la intención de voto nivel nacional: 50% contra 36%.

Tres grupos demográficos son los responsables de la abrumadora superioridad de Biden: las mujeres, los jóvenes y los votantes afroamericanos e hispanos.

Entre las primeras, el candidato por 22 puntos porcentuales. El único sector de la población que mantiene su respaldo a Trump son los hombres de raza blanca, en concreto aquellos sin estudios universitarios, aunque por un margen más estrecho que el de hace cuatro años.

El presidente también ha perdido popularidad entre otros grupo social que contribuyó decisivamente a su victoria de entonces: los mayores de 65 años.

Más significativa aún es la ventaja de Biden en los Estados considerados decisivos, aquellos que dieron la victoria a Trump por escasa diferencia en 2016 y que este necesita conservar en noviembre para seguir en la Casa Blanca.

Las encuestas ponen al demócrata por delante en todos ellos: Florida, Pensilvania, Michigan, Carolina del Norte, Arizona y Wisconsin.

Especialmente revelador es el apoyo a Biden en Michigan, un Estado del Medio Oeste con numerosas zonas industriales en declive.

The New York Times sitúa al demócrata 11 puntos por delante de su contrincante. Otros sondeos como el del Periódico Detroit Free Prees, ensanchan la diferencia hasta los 16 puntos (55% a 39%).

Más malos augurios para Trump: las encuestas muestran una pugna muy cerrada entre los dos candidatos en Texas, que no vota por un demócrata desde Jimmy Carter en 1976.

También en Ohio, donde el presidente ganó por ocho puntos hace cuatro años. E incluso en Georgia, importante bastión republicano del sur.

Son datos demoledores  para el aspirante a la reelección. Hasta la encuesta de la cadena televisiva Fox News, que impulsó la carrera política del magnate de la construcción y continua siendo su gran sustento mediático, da ganador a Biden por 12 puntos a nivel nacional.

Solo una remontada histórica permitiría a Trump seguir en la Casa Blanca en lugar de retirarse a su mansión de Mar- a – Lago en Florida, a jugar al golf.

A pesar de la contundencia de las encuestas aún es pronto para dar por segura su derrota. Cuatro meses es una eternidad en política, especialmente en unas circunstancias tan excepcionales.

Trump sigue teniendo muchos fieles en zonas rurales y entre ciudadanos blancos de clase trabajadora que llevan décadas sufriendo el cierre de la industria y el traslado de puestos de trabajo a países con menores costes laborales.

Hace cuatro años, a estas alturas, las encuestas daban como ganadora a Clinton, aunque por un margen bastante más estrecho.

A la hora de la verdad, la aspirante demócrata aventajo a Trump por 2,1 puntos en el voto popular, pero perdió las elecciones por haber obtenido menos votos en el colegio Electoral encargado de designar al presidente, integrado por compromisarios elegidos por los Estados según el tamaño de su población mediante un sistema mayoritario de winner-take-all (el ganador se lleva todo).

Para ganar las elecciones se necesita una mayoría de 270.

 

Los 50 estados de la Unión elegirán el próximo 3 de noviembre a los 538 compromisarios que integran el Colegio Electoral encargado de designar al presidente.

para ganar las elecciones se necesita una mayoría de 270.

El peso de cada Estado en el Colegio Electoral está en función de su población. El más poblado, California, aporta 55 de los llamados votos electorales, mientras los menos poblados aportan únicamente 3 cada uno.

La Pandemia

 

Antes de la irrupción del virus, con el desempleo en niveles históricamente bajos, Trump había hecho de la economía su gran bandera electoral. Era la asignatura en la que mejor nota sacaba y de hecho muchos votantes continúan valorando su gestión en este terreno.

Nada podrá evitar que los estadounidenses acudan a las urnas en plena recesión y la historia dice que los votantes no reeligen a su presidente en una situación como esa.

La pandemia destruyo 22 millones de empleos entre marzo abril y aunque se espera que el paro vaya disminuyendo a medida que pasen los meses, los expertos vaticinan que afínales de año rondará el 10% de la población activa, un índice altísimo teniendo en cuenta el débil sistema de protección social EEUU.

Trump, de 74 años, aún conserva una bala en la recámara. A fInales de junio estudiaba la posibilidad de enviar a los estadounidenses una segunda ronda de cheques para paliar los efectos económicos del coronavirus.

En la primera ronda, más de 200 millones de hogares recibieron una cantidad máxima de 1800 dólares. Esta vez, sin embargo, el presidente lo va a tener más difícil por la oposición de muchos miembros del Congreso, la llegada del verano que paraliza la actividad parlamentaria, y la proximidad de la convocatoria electoral.

En segundo plano

 

 

Dicho en términos futbolísticos, Biden puede ganar el partido sin sudar la camiseta, viendo cómo su oponente marca goles en su propia portería.

Al contrario  que Trump, el demócrata, de 77 años, se ha mantenido en un discreto segundo plano durante todo el confinamiento y su comunicación con los votantes se ha limitado a conversaciones de vídeo por internet desde su casa de Delaware, Estado al que representó en el senado durante casi cuatro décadas.

Una vez levantada la prohibición de salir a la calle, cada vez que ha asistido a un acto público siempre ha llevado mascarilla y ha tratado de mantener la distancia social recomendada. Esta tragedia  prudente parece estar dándole resultado.

Desde su elección como candidato, el demócrata ha recibido un aluvión de donaciones para afrontar la dura campaña que tiene por delante. El dinero es un factor clave en las elecciones estadounidenses, pues sirve para comprar masivamente anuncios de televisión y en redes sociales.

Para consolidar su apoyo entre el electorado femenino y reafirmar su compromiso con igualdad de género, el demócrata ha prometido designar a una mujer como compañera de candidatura.

El nombre de la elegida se conocerá antes del 1 de agosto y la prensa estadounidense baraja más de media docena de nombres. Si Biden termina alzándose con la victoria, sería la primera vez en la historia que una mujer llega a la vicepresidencia de EEUU.

Los líderes de la comunidad negra esperan que sea una candidata afroamericana, entre otras cosas porque contribuiría a aumentar la participación electoral de una minoría siempre fiel a los demócratas.

Uno de los puntos fuertes de Biden es su defensa de la reforma sanitaria puesta en marcha por Barack Obama en 2010 para dar cobertura a los electores más desfavorecidos y que los republicanos, jaleados por Trump, intentan tumbar desde el Congreso. En plena emergencia sanitaria, muchos votantes irán a las urnas con este asunto en mente.

Para Europa

Para Europa, la salida de la escena de Trump sería una oportunidad de tender puentes sobre el Atlántico y unir fuerzas en asuntos globales de interés común, desde la respuesta a pandemias como la que padecemos a la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, el repliegue de EE UU, comenzado durante el mandato Obama, no se revisaría del todo.

Sus ciudadanos no quieren que su país se involucre en más guerras y sea el gendarme mundial. Los republicanos posiblemente se escindirían en un grupo radical, dispuesto a mantener las guerras culturales, y otro más pragmático, dispuesto a negociar con la nueva Casa Blanca.

Trump posiblemente no aceptaría nunca el resultado de las elecciones, pero eso no le impediría dedicar su tiempo a bajar su hándicap de golf.

El mundo aguarda

Mientras tanto, el resto del mundo aguanta la respiración a la espera del desenlace y observa con estupor la rapidísima expansión del coronavirus por EEUU.

Aunque ningún alto representante político se ha manifestado públicamente al respecto, desde la Unión Europea se espera que una victoria de Biden ayude a reparar las maltrechas relaciones entre ambos bloques, especialmente en los ámbitos comerciales, de seguridad y de salud.

Nada más llegar a la Casa Blanca, Trump impuso aranceles a múltiples exportaciones europeas y redujo la cooperación en el campo militar. Bajo su presidencia, EEUU abandonó los acuerdos de París contra el cambio climático y el pacto nuclear con Irán, además de reconocer unilateralmente a Jerusalén​ como capital de Israel.Durante la emergencia sanitaria retiró su aportación a la Organización Mundial de la salud (OMS).

Un cambio en la Casa blanca contribuiría a relajar las tiranteces con China, que han frenado los intercambios comerciales y ha ralentizado la actividad económica global.

En caso de ser elegido se espera que Biden de un giro hacia el multilateralismo en política exterior e intente retomar el papel de liderazgo en asuntos internacionales que su país había ejercido desde el fin de la segunda Guerra Mundial y al que Trump ha renunciado.

Partidario de la cooperación internacional, el veterano líder demócrata tiene gran experiencia en ese terreno, (presidió el comité de Asuntos Exteriores del Senado) y un talante negociador ubicado en los antípodas de su rival.

A pesar del aislacionismo alimentado por Trump desde su llegada al poder, EEUU sigue ejerciendo una enorme influencia política, social y económica en el resto del mundo.

Así como la revuelta por el asesinato de George Floyd a manos de la policía ha puesto en primer plano la cuestión racial en todo el mundo, una derrota del populista en jefe podría suponer un freno para los movimientos de ultraderecha que lo tienen como referencia.

Un adiós a Trump contribuiría también a relajar la tensión en varias zonas del mundo, como Oriente próximo, y a retomar la cooperación como vía para abordar el gran desafío que supone la emergencia climática.

El voto negro será clave   

El 26 de junio, tras recibir de manos de Michelle Obama un galardón a su labor humanitaria otorgado por la Black Entertainment Televisión (BET), un canal dirigido a la población afroamericana de EEUU, Beyoncé rindió homenaje al movimiento Black Lives Matter e hizo un llamamiento a desmantelar «un sistema racista e injusto” acudiendo en masa a las urnas el 3 de noviembre. “Tenemos que votar” afirmó la cantante, “porque nos va la vida en ello”.

La muerte de George Floyd a manos de la policía de Minneapolis y las consiguientes protestas en las calles de todo el país han convertido el racismo en un asunto capital de las elecciones presidenciales.

El desprecio mostrado por Donald Trump hacia los manifestantes y sus contantes muestras de simpatía hacia movimientos supremacistas en las redes sociales están contribuyendo a movilizar un electorado capaz de inclinar la balanza en favor del aspirante demócrata en Estados decisivos como Carolina del Norte o Michigan.

Al contrario que su oponente, Joe Biden goza de gran popularidad entre el electorado afroamericano, principalmente por haber sido el vicepresidente de Barack Obama durante ocho años.

Las encuestas más reciente de The New York Times lo sitúan 74 puntos porcentuales por delante del Trump entre los votantes afroamericanos en intención de voto.

La escasa participación del electorado afroamericano fue clave en el triunfo de Trump sobre Hillary Clinton en 2016.

Solo un 59,6% de los votantes afroamericanos fue entonces a las urnas, el nivel más bajo en 20 años y sensiblemente inferior al 65,3% de los blancos.

El dato es especialmente elocuente si se compara con el 65% de votantes afroamericanos que votaron cuando Obama salió elegido por primera vez, en 2008, y con el 66% que lo hicieron cuatro años más tarde, cuando el primer presidente negro de la historia logró un segundo.

Blancos contra el racismo

Si en pasadas movilizaciones antirracista la presencia de negros era abrumadoramente mayoritaria, en esta ocasión se ha visto numerosos blancos, hispanos y asiáticos a la cabeza de las protestas.

El apoyo al movimiento Black Lives Matter es especialmente significativo entre los más jóvenes: casi un 70% de los votantes blancos menores de 45 años cree que el asesinato de George Floyd no fue un incidente aislado, sino parte de un patrón de violencia policial hacia los afroamericanos, según la encuesta de The New York Times.

Casi siglo y medio después de la abolición de la esclavitud y cuando se han cumplido 52 años del asesinato de Martin Luther King, los ciudadanos de origen africano, un 13% de la población de EEUU, siguen estando muy por debajo de la media den la mayoría de los indicadores socioeconómicos, incluyendo esperanza de vida, desempleo y nivel de renta.

La comunidad afroamericana ha sido, de lejos, la más castigada por la pandemia de  Covid19-. La proporción de ciudadanos negros contagiados o fallecidos ha sido mucho más alta que la de otros grupos raciales.

El propio Anthony Fauci, máximos responsables en la lucha contra la pandemia en EEUU, lo reconoció en una comparecencia en el Congreso: los afroamericanos tiene más posibilidades de contraer el virus en los lugares de trabajo y padecen con más frecuencia aquellas enfermedades que aumenten el peligro de morir si se contagia.

Según una encuesta de The Washington Post, un 31% de los ciudadanos negros conoce a alguien que ha muerto de Covid-19 por un 17% de los de origen hispano y un 9% de los blancos.

Samuel Gutiérrez Manzanares

Fuentes:

https://alternativaseconomicas.coop/

https://www.economist.com/

https://www.nytimes.com/es/

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