Cayetana 1, 2,3
Arden las redes sociales con la decisión de la directiva del Partido Popular de destituir a Cayetana Álvarez de Toledo (CAT) como portavoz del partido en el Congreso de los Diputados.
La diputada ha sido figura polémica que divide las opiniones dentro y fuera de la organización política, tras convertirse en el azote del gobierno de coalición del Partido Socialista y Podemos. Con las primeras impresiones, ya es posible indagar en las posibles razones que conducen a esta decisión.
En primer lugar lo que quizá parece más obvio. Cayetana brillaba con luz propia y, quizá más importante, lo hacía sin pedir permiso.
De ahí su atractivo para los hastiados de la corrección política. Pero, así como en su irreverencia se halla el refresco de muchos, Cayetana resultaba incómoda para otros.
La tragedia es que, frecuentemente, la política se convierte en el cadalso de los capaces. En no pocas ocasiones, las dinámicas del poder conducen a cálculos incorrectos.
En segundo lugar en Génova se ven estancados, sin capacidad de grandes movimientos, debido a la inusitada fragmentación de su espacio político.
Así, intuye que las mayores ganancias se pueden dar por el centro, con Ciudadanos en descomposición.
Los populares parecen abandonar la posibilidad de cualquier crecimiento por la derecha, donde se contentarán con preservar sus apoyos. La repartición de votos es muy estática y solo parece posible una transferencia intrabloque PP-Cs-VOX.
En tercer lugar, desde la victoria de Casado en las elecciones internas del PP, las voces que hacen un llamado a la moderación no callan.
Los fracasos electorales de las generales, especialmente la primera de ellas en las que el PP es casi superado por Ciudadanos, se convirtieron en argumento los que critican la “derechización”.
Salvo los triunfos de Madrid y aquellos que fueron producto de las negociaciones posteriores, el gran éxito electoral del partido en los últimos 2 años le pertenece a un liderazgo alternativo dentro del partido.
Pero la política no es aritmética. La directiva del PP también arriesga al ceder. El partido necesita un norte claro, con un proyecto de país alternativo.
No se trata del programa, importante pero que pocos leen, sino de la visión transmitida en cada intervención. La impresión es que algo tiene que cambiar. De lo contrario, el partido podría entrar en una espiral de intrascendencia, con VOX listo para fagocitar a su competencia.
Esto cobra especial importancia, dado que septiembre podría inaugurar un nuevo ciclo político. En este sentido, el liderazgo de Casado aparece debilitado con la salida de una de sus principales bazas en el pasado.
Fue él quien propuso a CAT para diputada por Barcelona, así como se había arriesgado con las candidaturas de Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida en Madrid.
Asimismo, para una parte de las bases se trata de una decisión difícil, incluso decepcionante. Es bien conocida la admiración que despiertan el tono y la tenacidad de cada intervención parlamentaria de la ahora ex portavoz.
Por su parte, será difícil encontrar declaraciones ajenas a lo protocolar por parte del sector que exige moderación. Abanderados en la nueva mayoría obtenida por Feijóo, quienes reclaman esta opción como la más efectiva se han opuesto al PP de Casado. En esto radica el meollo del asunto, con un alma dividida, resulta imposible triunfar (o sobrevivir).
La teoría del votante mediano nos indica que los partidos políticos pueden maximizar su votación aproximándose a las posiciones más compartida por los electores. Sin embargo, todo movimiento político puede generar incorporaciones y abandonos. Dicho de otra forma, al aproximarnos a posiciones mayoritarias, hipotéticamente centristas, podemos capitalizar más apoyos.
Pero de la misma forma, ese movimiento nos hace distanciarnos de votantes adeptos que ya se encontraban en la periferia de las posiciones anteriormente defendidas. Abarcar nuevos sectores puede hacer perder otros, especialmente si no se trata de votantes fidelizados que pueden sentirse atraídos por formaciones más afines. Así, no todo es ganancia al perseguir la opinión de la mayoría, mucho más si el centro está en disputa multipartidista.
Esta estrategia puede ser provechosa en entornos bipartidistas, pero hace algunas elecciones que España ha dejado de serlo. Ahora, el centro es disputado por no menos de 5 partidos nacionales (y nacionalistas). No obstante, esta presunción electoralista puede ser la guía del cálculo que compensaría la pérdida de un cuadro del ascendente mediático de Cayetana Álvarez de Toledo. De esta forma, se sacrificaría una ficha importante a cambio de eventuales rentas electorales.
También, es clara la nueva lógica que guía el actuar en el PP. Si bien el discurso de Cayetana Álvarez de Toledo se caracteriza por el conflicto, fue una de las diputadas que propuso el apoyo del Partido Popular al PSOE a fin de evitar el giro radical de Sánchez (posteriormente se hizo evidente la preferencia del líder socialista por una coalición a la izquierda). En este sentido, su radicalismo era más discursivo que de trincheras.
Aun así, la interpretación más frecuente es que el Partido Popular parece reorientarse a la negociación. Buscará separar al gobierno haciendo prescindible el apoyo de la izquierda radical y los partidos independentistas.
Esto solo cobra sentido ante un escenario electoral. El PP plantearía una seducción de votantes más centristas ante una crisis prolongada que empuje a los votantes de Ciudadanos y abstencionistas de centro derecha, que permitirían al partido superar al PSOE.
Con todo, estos electores podían ser atraídos en un adelanto electoral marcado por la pandemia y crisis económica, aún con CAT en la vocería parlamentaria del partido. Si se cumple ese escenario, es previsible una “derechización” de muchos electores que podría aprovecharse. Por ello, luce más coherente que esta destitución se haga en pos de una conciliación con el PSOE de cara a la aprobación de presupuestos, insistiendo en una moderación del gobierno actual.
El balance general es otra vuelta a la tuerca hacia posiciones “centristas”. La sabiduría tradicional del partido exige siempre un giro al centro como única oportunidad de hacerse con el poder. Sin embargo, el centro político es algo móvil, y en España hace mucho tiempo que se asemeja más a la socialdemocracia tradicional vegetariana.
De ahí la insistencia de Álvarez de Toledo en la lucha cultural. Adicionalmente, hace varias elecciones que la competencia y la proliferación de nuevas organizaciones políticas ha cambiado el juego.
Eduardo Castillo @eduardo.ncastillo