7 factores que impiden una transición en Venezuela
El mundo está agitado, 2020 seguramente quedará grabado en la memoria de varias generaciones como el año de las sorpresas desagradables. No sólo hemos pasado ya 2/3 de lo que va de año entre encierros, noticias apocalípticas y esperanzas de retomar una normalidad que parece cada vez más lejana, sino que la agenda del mundo se ha modificado de una manera indiscutible.
Mientras tanto, la crisis venezolana no da tregua y en ciudades del interior del país se protesta por las inhumanas condiciones en las que el socialismo venezolano mantiene a la población.
Un informe de Naciones Unidas, así como recientes declaraciones por parte de Mike Pence y Donald Trump, se transformaron en una bocanada de aire para todos los que queremos un cambio definitivo hacia una Venezuela libre y próspera.
Sin embargo, hay muchos aspectos que juegan en contra y que pueden ser decisivos en el contexto mundial que vivimos. Veamos pues, las principales razones para guardar un sano escepticismo con los vaivenes que encontraremos en los titulares de los próximos meses.
Factor 1
Primero, la pandemia. Quizá la más obvia de todas, juega un papel fundamental al sentar las bases de la visión de las naciones del mundo frente a cualquier problema de política exterior. Una situación sobre la que suspiraban muchos resentidos con la humanidad, se convirtió en el tema más determinante del 2020.
Si bien la pandemia dista mucho de alcanzar las cifras de la pandemia gripal de 1918, su incidencia en la agenda de los países ha sido devastadora. Todos los problemas tradicionales han sido desplazados, en esto el debate público es monopolizado por el virus y los sistemas de salud. Así, los países desplazan su prioridad a la búsqueda del menor impacto posible.
Factor 2
Segundo, la crisis económica. Un tema que pasó a segundo plano, pero que en el momento del fin de la pandemia retomará con fuerza las prioridades gubernamentales.
Ya se veía venir, algunos países la estaban viviendo, pero las decisiones estatales siembran tiempos aún más complicados.
Europa ya avanzó hacia una respuesta conjunta para la reconstrucción y algunos países dicen comprometerse con esfuerzos intensivos no solo en la recuperación sino en la transformación de las economías.
En este sentido, los intereses nacionales también se imponen a cualquier situación allende a las fronteras. Lo económico marca una pauta nacional.
Factor 3
Tercero, los asuntos internos. Relacionado con lo anterior, pero reclamando un lugar propio, están aquellos aspectos no resueltos en muchos países.
Solo la crisis del coronavirus ha detenido la marcha de las protestas. Algunos países de la América hispana se ven superados por muchos temas, pero las manifestaciones son un tema que ha de volver.
Algunos como Chile y Bolivia se encuentran al borde de la transformación total o del regreso a posiciones del pasado; otros como Brasil y Colombia lucen enredados por el virus; y aquellos como Argentina y Venezuela que viven en franco retroceso. Quizá la honrosa excepción sea Uruguay, pero su genio es más diplomático y no interventor que otra cosa.
Factor 4
Cuarto, la praxis opositora. Se trata de un aspecto delicado, por cuanto la oposición ha sido incapaz de dar con el clavo al momento de construir una plataforma sólida, con un liderazgo eficaz. Pero tampoco ha podido, allí donde ha tenido márgenes de actuación, convertirse en un actor confiable de cara a los factores internacionales.
Hablamos de decisiones cargadas de polémica y de una élite incapaz de hacer otra cosa que sobrevivir a costa de la ayuda internacional. En este sentido, el problema es la proyección internacional.
El archipiélago de organizaciones y liderazgos suman poco a un decisión conjunta, si bien una parte de esto se ahorra al considerar al famoso G-4 como la oposición oficial. Pero no deja de ser grave la vulnerabilidad que este grupo presenta, al momento de defender ante la comunidad internacional una posición conjunta en un entorno nacional que no saben (o no pueden) liderar.
Factor 5
Quinto, las elecciones norteamericanas. Noviembre marcará la pauta de qué administración norteamericana se encargará de llevar adelante los esfuerzos por generar un cambio en Venezuela. Pero lo importante de las elecciones está en su implicación actual.
Para Estados Unidos, Latinoamérica no es prioridad desde los años 80 y el 11 de septiembre dio otro portazo. Si bien es cierto que Venezuela es pieza del narcotráfico y terrorismo internacional, esto no basta para trasnochar las administraciones norteamericanas.
Por ello, una intervención estadounidense es tan improbable como ansiada por parte de la sociedad venezolana y su diáspora. Además, no se empiezan guerras al final de un mandato, mucho menos cuando la agenda es otra.
Factor 6
Sexto, el Consejo de Seguridad. Naciones Unidas es probablemente la institución más paquidérmica de la humanidad. Hace pocos días, un informe de la ONU mostró la realidad de las persecuciones y asesinatos ejecutados por el Estado en Venezuela Pero poco más se puede esperar, dado que la decisión real reside en el Consejo de Seguridad.
Allí, haría falta un apoyo de los 5 países decisores, o al menos la abstención simultánea de chinos y rusos. Esto parece improbable, especialmente tras la intervención en Libia que motivó la indisposición de Rusia y China ante cualquier nueva intervención. Así, la ONU que recientemente se quejaba de falta de fondos, difícilmente se comprometerá a una intervención militar.
Factor 7
Séptimo, las dos Venezuela. Símbolo del fin de una etapa de acción unitaria basada en el monopolio del descontento por parte de la oposición. Gran parte de la fortaleza opositora radicaba en canalizar la molestia creciente de la población.
Hoy, ese descontento ha mutado. El país sigue en la miseria, la crisis golpea a casi toda la población. Pero así como surgió una nueva capa de la sociedad, enriquecida por tratos y prebendas del gobierno, la dolarización fáctica de la economía generó oportunidades para muchos. Además, el acceso a divisas que llegan gracias a la diáspora, adormecen a un sector de la sociedad y le ayudan a sobrellevar la crisis. Ironías del socialismo, casi todo se puede comprar hoy con dólares en el mercado negro venezolano.
Ninguna de las opciones anteriores contribuye a un cambio político en Venezuela. De todos los factores, los endógenos podrían marcar un final de año agitado.
Las protestas continúan, el oxígeno proporcionado por el virus no durará para siempre. Esto condiciona que 2021 sea otra vuelta a la tuerca.
El chavismo ha preparado sus elecciones controladas, cuentan con la participación de algunos grupos cooptados sin perspectivas políticas, para una Asamblea Nacional que iniciaría en enero de 2021. Mientras tanto, la asamblea saliente, que designó un presidente encargado queda fuera del único espacio del Estado que “controlaba”.
Eduardo Castillo @NassinCastillo