ALEJANDRO MAGNO: EL HOMBRE QUE QUISO UNIFICAR EL MUNDO (ANTIGUO)
Se dice que las leyendas del rock lo son por vivir poco, lograr mucho y morir jóvenes. Desde ese punto de vista, Alejandro III de Macedonia se podría decir que fue como una leyenda de rock de la época antigua ya que, a su muerte, con solo 32 años, era el amo y señor de las tierras que iban de Grecia hasta la India. Hoy, repasaremos el camino que siguió Alejandro para pasar a la Historia como Alejandro Magno.
Luchando por el poder
Alejandro III de Macedonia nació en Pella, capital del reino macedonio, en el 356 a.C. Su padre, el rey Filipo II, había convertido el reino de Macedonia en la principal autoridad de Grecia y las polis le rendirán pleitesía. En aquellos tiempos, Grecia estaba amenazada por el gran Imperio persa y Filipo estaba dispuesto a conquistar a los persas y sus riquezas.
En el año 336 a.C, Filipo II muere asesinado y, sin perder el tiempo y apoyado por el general Antípatro, Alejandro es coronado rey de Macedonia con sólo 20 años.
El joven Alejandro, muy astuto pese a su edad, inicia una campaña para afianzar su poder y eliminar a posibles competidores que le disputaran el trono. De esta manera, el joven rey ordenó acabar con las vidas de su hermanastro Carano, de su primo hermano Amintas IV y del comandante en jefe del ejército macedonio alojado en Asia, Átalo.
Por su parte, Olimpia de Epiro, madre de Alejandro, manda asesinar a Cleopatra Eurídice, segunda esposa de Filipo y sobrina de Átalo, y a su hija pequeña Europa. Fuera de Macedonia, Alejandro tuvo que aplicar la fuerza a las ciudades griegas que se rebelaron contra él como Tebas. Tras un año de imponiéndose en Grecia, Alejandro pudo poner sus ojos en Asia.
A la conquista del Imperio Persa
En la primavera del año 334 a.C, Alejandro y su ejercito de macedonios y griegos cruzan el estrecho de Helesponto (actual estrecho de Dardanelos) y empezó la campaña de conquista de los persas.
Nada más llegar a tierras orientales, Alejandro tuvo que vérselas con los persas en el rio Gránico y allí, Alejandro consiguió su primera victoria. A continuación, Alejandro y sus hombres se dirigieron hacia Mileto y Halicarnaso y, conquistadas estas ciudades, se dirigió al centro de la península de Anatolia.
En el año 333 a.C, Alejandro se dirigió al sur de la península para volver al mar. Por su parte, el rey de los persas, Darío III, se presentó en persona a la batalla para parar al macedonio en las llanuras de Issos. La batalla de Issos fue una contienda bastante igualada entre el gran ejercito persa y el, en comparación, pequeño ejército heleno pero las dotes de estratega de Alejandro se antepusieron al factor numérico hasta tal punto que Darío huyó por miedo y eso provocó la desbandada de los persas y la segunda gran victoria de Alejandro.
Después de esta victoria, Alejandro pasó por Fenicia conquistando ciudades como Tarso para llegar a Egipto en el 332 a.C. Allí, el rey macedonio fue nombrado faraón e hijo de Ra y, en el 331 a.C fundó la gran metrópolis de Alejandría. Ese mismo año 331 a.C, Alejandro y su ejército reanudaron la campaña militar.
Gaugamela y el sueño cumplido
Mientras Alejandro marchaba por Siria y Mesopotamia, el rey Darío estaba preparando la batalla clave para acabar con Alejandro. Durante el año que Alejandro estuvo en Egipto, el “rey de reyes” persa estuvo preparando un gran ejército y la estrategia perfecta para enfrentarse a Alejandro. El lugar para la batalla decisiva fue la llanura Gaugamela, en la actual Irak.
Darío lo tenía pensado todo: una línea central compuesta por caballería e infantería persas con él en el centro y rodeado por 10.000 hombres. En los flancos, carros de combate para envolver al ejército de Alejandro; mucho más pequeño que el ejército persa.
Por su parte, Alejandro colocó a la caballería en los flancos de manera escalonada y la infantería estaría en el centro del ataque. Tras un despliegue de movimientos como de una partida de ajedrez se tratase, las fuerzas persas se fueron retirando hasta que Darío volvió a salir corriendo de la batalla.
Mientras que Darío se iba hacia el norte, Alejandro se dirigió hacia el sur y en octubre de ese año 331 a.C, Alejandro de Macedonia entraba triunfalmente en la gran Babilonia y en diciembre entró en la ciudad de Susa. En el año 330 a.C, los helenos entran y saquean la gran ciudad de Persépolis y, finalmente, el macedonio logra el sueño: conquistar el Imperio persa. Sin embargo, Darío III seguía vivo y decidió perseguirlo.
Un imperio sin límites
Alejandro Magno y sus hombres se dirigieron hacia la satrapía de Media y fueron a Ecbatana y a Rhages, donde encontraron al “rey de reyes” asesinado por el sátrapa de Bactriana Bessos, el cual se autoproclamó Artajerjes V. Alejandro adoptó el título de “rey de reyes” que ostentó Darío III y, tal como hizo en su momento en Macedonia, decidió perseguir a Artajerjes V para acabar con él por ser un rival en el trono con el argumento de vengar al antiguo rey.
La persecución duró un año; un año en el que Alejandro sometió las satrapías de Hircania, Partia, Aria, Drangiana, Aracosia y Bactriana. Finalmente, las tropas de Alejandro atraparon a Bessos en la satrapía de Sogdiana. Allí fue ejecutado y Alejandro acabó con toda oposición.
Una vez acabado con el usurpador, Alejandro se centró en su ambición: crear un imperio universal donde griegos, macedonios y orientales vivieran juntos como iguales. Durante la campaña en Asia, Alejandro adopto costumbres y vestimentas orientales, se casó con la sogdiana Roxana, sustituyó a los generales de su padre por gente más afín a él, introdujo orientales en el ejército, fundó Alejandrías y favoreció el mestizaje entre soldados griegos y orientales.
En el año 327 a.C, Alejandro Magno marchó a través de las montañas del Hindu Kush y cruzó el rio Indus. Este entabló amistad con el rey de Taxila y se enfrentó y derrotó al rey de Poros en el río Hydapes. También fundó dos nuevas Alejandrías, una de ellas en honor a su caballo Bucéfalo, caído en combate y que lo había acompañado desde Macedonia hasta la India.
En agosto del 326 a.C, tras cruzar el rio Hidasper, Alejandro llegó a la ribera del rio Hífasis: el límite del mundo conocido. Sabiendo que más allá había más tierras para conquistar, Alejandro Magno tuvo que dar marcha atrás por la negativa de sus tropas a continuar y, tras bajar por el valle del Indus, Alejandro y sus hombres llegaron a Pattala, la desembocadura del Hidaspes en el Océano Índico, y, desde allí, las tropas de Alejandro volvieron a Persia en tres columnas: la columna de Nearco fue con barco, la de Crátero fue por Carmania y la de Alejandro fue por Gedrosia.
Un triste final para una gloriosa vida
En el 324 a.C, Alejandro llegó a Persépolis habiéndose casado con la hija de Artajerjes III Ocus, antiguo emperador persa. Allí tuvo que hacer frente a diferentes problemas: en la India, los sátrapas tenían demasiado poder y libertad; en Persia, el tesorero real se había fugado con muchas riquezas; en Grecia, el rey espartano Agis III se había sublevado a Antípatro, el representante de Alejandro; y en el ejército, los soldados seguían descontentos. Como respuesta, el monarca substituyó a los sátrapas orientales por macedonios, Antípatro fue substituido por Crátero; y los veteranos pudieron volver a Grecia y se reorganizó el ejército con orientales.
Al año siguiente, el emperador Alejandro se trasladó a Babilonia y mientras preparaba futuras campañas militares como la de Arabia, en junio, murió tras una enfermedad misteriosa.
Alejandro III de Macedonia dejaba un legado que pocos pudieron igualar. El hombre que derrotó al gran Imperio Persa, que expandió la cultura griega por todo Oriente, que llegó a lugares que se creían mitos y que intentó crear un gran Imperio donde todas las culturas pudieran convivir; bien se ganó el epíteto de Magno, Alejandro Magno.
Carlos Llanas Vizcaino @carlosllanas_