Ninguna Ola. LA M.O.D.A.
La M.O.D.A pone broche al 2020 con notable alto gracias a Ninguna Ola, su nuevo álbum de estudio. Un trabajo soberbio en el que se vislumbran algunos rayos de sol intentando abrirse paso entre espesos nubarrones. En poco más de media hora, los burgaleses han puesto toda la carne en el asador facturando un disco bonito, de remontada, de sueños cumplidos y alguna catarsis eléctrica. La banda capitaneada por David Ruiz, marca un punto y aparte en este nuevo L.P, impregnando sus diez canciones de nuevas sonoridades. Raúl Fernández “Refree” es el productor, responsable, en gran medida, de este nuevo sonido; el que les ha ayudado a fabricar un nuevo artefacto sonoro que se expande como bomba por nuestros cerebros, apuntalado por una instrumentación en la que se lucen a partes iguales, el spoken world y loops de infarto, inundando estás nuevas composiciones de valentía.
Dejando a un lado el folk trepidante de sus inicios, abren el disco con 93compases en la que la voz quebrada de David nos da la bienvenida junto a la acústica; tan sólo el bombo y los platillos aceleran al oyente invitándolo a la reflexión casi al final del tema. Antecede a La Vuelta, cuyo texto está narrado de manera más profunda. Destacan los versos de su estribillo, logran que nos sintamos como aquel que ha perdido toda esperanza en la vida, sabedor de que a lo único que puede aspirar, es a quedarse atrás: Estoy parado en la vuelta/ nadie se acerca/ nadie me deja/ nadie me asusta/ de la tormenta, reza la banda antes de abrazar Un Bombo, Una Caja, en la que amor y añoranza van unidos de la mano. El coro es el verdadero protagonista de una canción de sentimientos perdidos y emociones que no conocen el camino de vuelta a casa; el acordeón baila al son de una letra casi hablada, como queriendo rozar el hip-hop mientras el conjunto de voces del grupo grita sin temor que no, que nada es para siempre y que cada cual debe aguantar su cruz. Creo que si hay
alguna gema en este material que destaque de entre todas, esa es Conduciendo Y Llorando; en el cuarto corte del disco, la voz de David, más rasgada, más rota y ensamblada que nunca, (ahora sí), roza la perfección entre versos sublimes y muy bien recitados que acrecientan el dolor y la angustia. Conduciendo Y Llorando es una canción valiente, un single redondo que sirve de bienvenida a Regresso A Vida, un puntal de cálido silbido, un baile perfecto entre melodía y letra. Una letra cuyos versos de adueñan del oyente hasta completar el lienzo del dolor con frases de la talla de estas: El día que murió mi abuela/ Yo aún estaba vivo/ Lo recuerdo por el frío/ Nadie quiere despedirse/ni los pájaros del nido/ ni los pétalos de tulipán/ que ahora flotan en el río. El tema crece con cada escucha y al final, todas las voces a una, abren una pequeña ventana a la esperanza. Barcos Hundiéndose recoge el juego de las redes sociales y las profundas heridas causadas por la pandemia, una canción de belleza
escurridiza, de lírica perceptiva y enérgica, como Banderas Sin Color, el homenaje de Ninguna Ola a la ciudad de Burgos en la que se nota la mágica mano de Refree. Un huracán que estamos seguros, crecerá cuando la ejecuten en directo. Semifinales es la canción de amor del disco. Su letra entornada y doliente se clava en estas estrofas: Volveré en cinco minutos/Bajaré al supermercado/ Ha pasado mucho tiempo/ Ya no puedo hacerte daño. Muchos fans de La M.O.D.A la esperan en vivo, probablemente porque es un single que reconforta en la escucha y empuja a seguir oyendo. El disco cierra con Colectivo Nostalgia que encierra la esencia y el encanto de los diamantes en bruto; es el cierre perfecto para un disco cargado de imágenes poéticas y letras evocadoras, con unos cuantos himnos esperando ser coreados en un delicioso amanecer.
Maria Teresa Cerón López