LOS PROYECTOS ARQUIETCTÓNICOS DE HITLER Y STALIN: LA VOLKSHALLE Y EL DVORÉTS SOVÉTOV
Durante sus dictaduras, Adolf Hitler y Josef Stalin trabajaron para romper con los pasados recientes de Alemania y Rusia y moldearlos a su visión con la idea de que sus regímenes durasen durante centenares de años. Para empezar a llevar a cabo esta transformación, los dos dictadores empezaron transformando las capitales: Berlín y Moscú. Hitler y Stalin llevaron a cabo proyectos que pretendían modernizar y cambiar el urbanismo de sus capitales como símbolo de poder con grandes construcciones como estatuas y edificios que mostraran su poder.
Hoy hablamos de dos de los principales edificios que estos dictadores proyectaron en construir, pero que jamás se llevaron a cabo y que muestran esa mentalidad tan parecida de ambos: la Volkshalle o Sala del Pueblo de Hitler y el Dvoréts Sovétov o Palacio de los Soviets de Stalin.
Una pieza dentro de un gran proyecto
Adolf Hitler y Josef Stalin compartían muchas cosas como dictadores y una de ellas, como ya hemos mencionado, es la búsqueda de dejar su huella y de mostrar el poder de su régimen a través de la reurbanización de las capitales de sus países como centros del poder que son. Con esta idea, Hitler diseñó Germania.
Germania iba a ser el nombre de la rebautizada Berlín. En los años de la República de Weimar, Berlín se conocía como una ciudad socialista, ya que fue allí donde la Izquierda alemana tenía más poder político y, cuando Hitler llegó al poder, no podía permitir que la capital del III Reich siguiera teniendo esa fama y, según su visión, lo que había de hacer era rediseñar la ciudad, incluido el nombre. El nombre de Germania debió ser escogido por ser el nombre que recibió el territorio por parte de los romanos que jamás pudieron conquistar y, de esa manera, los nazis seguían con las referencias al pasado germánico y reivindicaban las raíces germanas del pueblo ario. En definitiva, si Germania debía ser la capital del gran imperio alemán de 1000 años que decía Hitler, esta debía estar a la altura y debía superar a las grandes capitales del momento. Es sabido que, en 1941, cuando Hitler visitó por primera vez París tras la rendición de Francia quedó maravillado por la arquitectura de la capital francesa y dijo que su capital la dejaría en nada.
Para llevar a cabo el proyecto Germania, Hitler le encargó la tarea a su arquitecto Albert Speer. Speer diseñó una ciudad, a partir de las directrices de Hitler, inspirada en Babilonia, Roma y Egipto y con edificios oficiales de estilo neoclásico y colosales, grandes y amplias avenidas y edificios civiles de estilo tradicional alemán. Todo este proyecto iniciado en los años 40 conllevaba a un programa de desahucios masivo y a la demolición de centenares de edificios del centro de Berlín para poder construir la loca y ambiciosa idea de Hitler. En este proyecto también se usó mano de obra esclava de los campos de concentración y de exterminio. Muchos de los grandes bloques de piedra que se tallaron y transportaron a Alemania para la obra fueron excavados y tallados por prisioneros del campo de Mathausen, es decir, del campo de concentración donde fueron a parar la gran mayoría de los españoles republicanos tras la Guerra Civil.
Por su parte, Stalin tuvo que hacer algo diferente al líder nazi. Moscú había sido la capital de Rusia desde 1480 hasta 1713, año en el que la familia real de los Romanov pasó la capitalidad de lo que era el imperio ruso a San Petersburgo, una nueva ciudad. Tras 205 años de poder zarista, Rusia se convirtió en república socialista con la Revolución comunista. De esta manera, el gobierno bolchevique devolvió la capitalidad a Moscú y se renombró a San Petersburgo como Leningrado. Cuando Stalin llegó al poder en 1922, el líder soviético quiso transformar la capital de la que iba a ser la gran potencia mundial borrando el pasado zarista e implantando un modelo arquitectónico y escultural de estilo barroco, realista y gótico que representara la gloria del comunismo y del proletariado. Este proyecto se centraba en la construcción de 8 rascacielos que demostraran el poder de la Rusia soviética y para rivalizar con su principal adversario: Estados Unidos. Este proyecto, construido con mano de obra esclava y voluntaria que se inició en los años 30, no se vería casi culminados hasta 20 años después.
Dentro de estos grandes proyectos de reinvención de las capitales de Hitler y Stalin tenemos dos edificios que no se llegaron a construir, pero que iban a ser las construcciones insignia de estas nuevas urbes.
La Volkshalle
Para Hitler, La Sala del Pueblo debía ser el culmen de la nueva capital nacionalsocialista. Al fondo de la gran Avenida de la Victoria se planeó el Großer Platz, el gran foro con los edificios oficiales principales: el Reichstag, la Cancillería del III Reich, el Palacio del Führer, el alto Mando del Ejército y la monstruosa Sala del Pueblo.
La Volkshalle, diseñada por el propio Hitler, pretendía ser la gran sala para discursos, desfiles y para celebrar grandes acontecimientos del Nazismo. Inspirada en el templo de Agripa y San Pedro del Vaticano de Roma, este monumental edificio debía tener 290 metros de altura con una cúpula de 46 metros de diámetro y coronada con el águila imperial con la esvástica que hubiera tapado el sol. La entrada, con una gran escalinata, nos mostraría el edificio cuadrado con arcos de medio punto que pretendía descargar el enorme peso de la gran cúpula. Tras pasar por el vestíbulo decorado con estatuas y simbología del NSDAP, se entraría al interior de la cúpula compuesta por una estructura circular con un graderío a doble altura al más puro estilo de una plaza de toros. Encima del graderío, se hubiera construido un deambulatorio con columnas y una gran hornacina al fondo con una bóveda de cañón con la estatua de una águila y, debajo de ella, una tribuna para dar discursos. Encima de ese gran interior había la cúpula que, siguiendo el ejemplo de la cúpula del templo de Agripa, estaría construida con casetones para aligerar el peso de la estructura.
De haberse llevado a cabo esta estructura absurdamente grande para albergar a aproximadamente 180.000 personas, muchos arquitectos creen que se hubiera podido llegar a producir lluvia dentro del edificio a partir de la altura de la cúpula y la condensación del vapor de agua expulsado por la gente durante aquel discurso o desfile o celebración.
El Dvoréts Sovétov
Stalin quería una Moscú que mostrara el poder de la Revolución del Proletariado y de la URSS y para igualarse a su principal rival: la capitalista Estados Unidos. Con ese fin, el dictador propuso un proyecto para construir 8 rascacielos. El más alto de ellos iba a ser el Palacio de los Soviets.
En el caso del Palacio de los Soviets, un proyecto del arquitecto Boris Iofán con la ayuda de Vladimir Shchouko y Vladimir Gelfreich, pretendía ser el rascacielos administrativo del país donde albergar los órganos de gobierno, las sesiones del Sóviet Supremo y algunas manifestaciones. Para hacer tal edificio, Stalin decidió derrocar la Catedral del Cristo Salvador en 1931 y las obras de construcción comenzaron en 1937. Entre 1939 y 1941, se excavó el sótano, se sacaron los cimientos de la catedral demolida y se hicieron unos nuevos cimientos capaces de soportar las columnas del que sería el salón principal. Pero en 1941, en el marco de la Operación Barbarroja, Alemania comenzó la invasión de la Unión Soviética, haciendo que Stalin paralizara la construcción del rascacielos; una paralización que sería indefinida. La estructura de acero de la parte inferior se usó para fortificar Moscú y los cimientos se fueron cuidando para evitar infiltraciones de agua en un principio. Durante la guerra con los nazis, Boris Iofán siguió trabajando en el diseño del Palacio de los Sóviets, pero todos sabemos que jamás se pusieron en práctica las nuevas ideas. Después de la guerra, la URSS acabaría construyendo los otros siete edificios que serian conocidos como Las siete hermanas. En el solar que dejó el proyecto fallido se construyó una piscina al aire libre enorme. En 1988, en los últimos años de la Unión Soviética, se creó u movimiento de intelectuales y de la Iglesia Ortodoxa para reconstruir el templo durante los años 90, junto con la caída del comunismo en Rusia y se consagró en el año 2000.
El Dvoréts Sovétov iba a medir 415 metros de altura coronado por una estatua monumental de Lenin de casi 100 metros. El arquitecto Iofán quiso poner la estatua de un trabajador sujetando una antorcha, pero Stalin intervino para cambiar la idea por la de poner la estatua de Lenin. En este rascacielos debían albergarse oficinas del gobierno comunista, salas de congresos para celebrar asambleas y manifestaciones, sistema de ascensores y hasta una piscina. En la entrada se hubiera puesto una gran escalinata coronada por dos estatuas de Karl Marx y Friedrich Engels, los padres del Socialismo científico, base del Comunismo.
Como hemos visto, a pesar de las diferencias ideológicas, tanto Adolf Hitler como Iosef Stalin eran dictadores y, como dictadores que eran, tenían maneras de actuar parecidas: ya sea persiguiendo la disidencia política o queriendo construir monumentos para dejar su huella en la Historia.
Carlos Llanas