Protestas multitudinarias rechazan el golpe en Myanmar

INTERNACIONAL: Protestas multitudinarias rechazan el golpe en Myanmar y piden que vuelva la democracia En la mayor movilización desde la Revolución Azafrán de 2007, las demostraciones de desobediencia civil con decenas de miles de personas se repitieron en Rangún y otras ciudades del país. Después de casi una semana de plantes parciales, caceroladas y tímidas protestas callejeras, decenas de miles de personas se echaron este domingo a las calles de Yangón (Rangún), una de las principales ciudades de Myanmar para reclamar el regreso de la democracia y el final del Gobierno impuesto por los militares tras el golpe de Estado del pasado lunes.

Paradojas del destino, el multitudinario acto de rechazo popular coincidió con la decisión de los nuevos dirigentes de la antigua Birmania de restablecer parcialmente el servicio de internet tras haberlo bloqueado en días pasados para evitar la convocatoria de actos críticos a través de la redes o informar de las protestas fuera del país. La manifestación tiño de rojo la principal ciudad de Myanmar (denominación actual de Birmania).

Hay unanimidad en que se trata de la mayor movilización desde la Revolución Azafrán de 2007, desencadenada a raíz de la subida de los precios impuesta por la junta militar vigente, alimentada por las detenciones de varios manifestantes y opositores y finalmente liderada por los monjes budistas, críticos con la dictadura militar que durante décadas funcionó en el país.

Aunque estuvo cerca, aquella insurreción pacífica multitudinaria no llegó a acabar con el gobierno de los militares, que terminó en enero de 2011 con las primeras elecciones después de 49 años de dictadura. Dos días de protestas Ya el sábado, pudieron percibirse en las calles de Yangón síntomas de que las caceroladas del martes y el miércoles solo eran el comienzo de un movimiento opositor. Unas 10.000 personas salieron también a las avenidas con la misma exigencia –«no queremos la dictadura»– y con las banderas desplegadas de la Liga Nacional para la Democracia (NLD).

No obstante, este domingo se rebasó la participación de manera generosa. Además de Rangún, hubo marchas en una docena de ciudades, entre ellas, la capital de Myanmar, Naipyidó, o la histórica Mandalay. En algún caso, las redes divulgaron que se habían escuchado disparos, aunque al cierre de esta edición no se había difundido ninguna noticia referida a disturbios o heridos. En Rangún, la muchedumbre recorrió las calles de manera pacífica en señal de desobiencia civil.

La Policía había bloqueado el acceso a algunos de los lugares principales, entre ellos la céntrica Pagoda de Sule, donde querían concentrarse los manifestantes y leer un manifiesto para pedir la liberación de Aung San Suu Kyi, líder del NDL y consejera de Estado hasta su detención el pasado lunes por los militares. Su paradero todavía es una incógnita, aunque el Ejército ha señalado que se encuentra bajo arresto domiciliario.

Reapertura digital Después de haber anulado la señal digital durante cuarenta y ocho horas, la decisión del régimen actual de proceder a su reapertura parcial permitió que desde la dos y media de la tarde (hora local) miles de personas pudieran seguir la protesta por las redes. Globos rojos, fotografías de Suu Kyi y cientos de bocinazos de los automovilistas en señal de apoyo jalonaron las imágenes. En la era digital, muchos participantes explicaron que habían decidido salir a protestar a raíz de que los militares cortaran internet porque ese hecho les hizo entender la gravedad de la situación y que el Ejército no estaba dispuesto «a escucharnos».

Otros subrayaron que su principal intención era impedir que se perpetuara una dictadura militar en un país que ha vivido casi toda su historia reciente bajo ese régimen. «Primero, no queremos volver a un régimen militar. No queremos vivir con miedo. Segundo, queremos que ‘Madre Su’ sea liberada de su arresto injusto», declaró un manifestante a la BBC. Colectivos como el de los médicos y enfermeros cobraron un protagonismo especial al haber sido el primero que, tras la asonada, renunció a trabajar a las órdenes del Ejército.

«Esta manifestación no es el final. Vamos a reunirnos todos los días hasta que seamos libres de la dictadura», explicó otro manifestante a la agencia Efe. La mayor parte de la comunidad internacional, con la excepción notable de China, aprovechó la marcha para reclamar de nuevo la libertad de Suu Kyi y el resto de detenidos durante el golpe de Estado.

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