Día Internacional del Asperger «

SOCIEDAD: Día Internacional del Asperger «Tengo 58 años y hace menos de un año que sé que soy asperger» «Siempre me he sentido la rara del grupo. Mi capacidad ha hecho que siempre haya estado trabajando, pero llegaba a un punto que me bloqueaba, pero no sabía porqué», cuenta Montse Morral. De pequeña sufrió bullying y, ya de adulta, vivió episodios de mobbing en el trabajo que la llevaron a una depresión. Lejos de desesperar siempre ha lidiado con todo de la mejor manera. «Conocer el diagnóstico fue liberador», reconoce.

Existen centros de diagnóstico para niños, pero en el caso de los adultos todavía resulta un ámbito desconocido. La incomprensión de un asperger adulto afecta en su entorno social, familiar y laboral. El diagnóstico tardío complica la inserción laboral y, con ello, las posibilidades de tener una vida autónoma. El Trastorno del Espectro Autista (TEA) no es una enfermedad. Es un tipo de afección del desarrollo neurológico causado por el desarrollo cerebral atípico. Su personalidad se caracteriza por déficit de comunicación social, patrones de comportamiento restrictivos y repetitivos e intolerancia a los cambios e imprevistos. Sus capacidades cognitivas no están afectadas necesariamente.

Desde el año 2013, el DSM-5 fusionó ambas condiciones (autismo y asperger) dentro de una misma categoría, bajo el término de TEA. En España, existen más de 450.000 personas con TEA. La prevalencia ha ido incrementando no porque haya más sino porque se diagnostica mejor, hay más conciencia y los profesionales están mejor informados. Las cifras de paro de este colectivo son preocupantes. Un estudio de Autismo Europa (2014) estima que entre el 76 y 90% está desempleado.

Desde la Fundación Friends denuncian que la administración no pone los suficientes recursos desde el principio. «Si la persona empieza a hacer amigos y a tener un trabajo, es más difícil que caiga en un cuadro depresivo o de ansiedad». La incorporación al mercado laboral es un aspecto central para promover su autonomía personal. «Hace falta mucha visibilidad, desmontar prejuicios y que la sociedad sepa qué es tener TEA».

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