1816: EL AÑO SIN VERANO Y FRANKENSTEIN
¿Qué tienen en común un volcán y Frankenstein? Parece un acertijo o un chiste malo, pero no; tienen mucho que ver.
En 1816 hubo un pequeño cambio climático que causó frio y mal tiempo en pleno verano de aquel año y ese clima fue uno de los culpables de que Mary Shelley escribiera esta obra de la literatura universal.
¿Y qué o quien produjo aquel cambio climático? Efectivamente, un volcán. Hoy tratamos las consecuencias de aquel desastre natural y el como influenció en Shelley para escribir su Moderno Prometeo.
Tambora, contigo empezó todo
Estamos en abril de 1815. Durante la primera quincena del mes de abril, el volcán Tambora de la isla de Sumbawa, en Indonesia, estuvo en erupción. Este volcán tuvo la erupción más grande y potente en 2.000 años en la que expulsó toneladas de polvo, dióxido de azufre y lava que causó la muerte de casi 100.000 personas durante y después de la catástrofe.
Muchos murieron por la inhalación de esos vapores nocivos expulsados por el volcán y muchos otros murieron por hambre tras la destrucción de cosechas. Esto seria un presagio de lo que pasaría en el resto del mundo un año después.
Entre la primavera de 1815 y la primavera de 1816, las partículas de polvo, ceniza y dióxido de azufre que expulsó el volcán se fueron esparciendo por el mundo gracias a las corrientes de aire para terminar cubriendo la atmósfera de una capa, prácticamente imperceptible, de materia que impedía la entrada de la radiación solar causando un enfriamiento del planeta de entre dos y tres grados y causando un ambiente favorable para un clima frio y salvaje que se desataría en el “no” verano de 1816.
El “no” verano de 1816
Los primeros registros meteorológicos de ese mal verano los podemos encontrar en el continente americano. Durante los primeros meses del verano, en países tropicales como México vivieron episodios de fuertes nevadas y fuertes riadas que provocaron una gran perdida de las cosechas y una posterior hambruna severa en el país.
Esto fue la tónica en todo el mundo durante eses verano ya que Estados Unidos y Canadá también pasaron por algo similar. Durante ese verano, estos países vivieron una insólita ola de frio que provocó la muerte de personas y animales por congelación en esos países. También se sufrieron fuertes tormentas de nieve que, de la misma manera que pasó en México, destruyó las cosechas de maíz, cosa que causó un encarecimiento de productos como la avena de maíz y provocó revueltas y manifestaciones por parte de la gente que empezaba a pasar hambre.
En Europa no andaba mejor la situación. El Viejo continente había sufrido las guerras napoleónicas, que habían diezmado el campo europeo, y solo llevaban diez meses de paz cuando llegó la catástrofe producida por el Tambora.
Tal como pasaba en el otro lado del atlántico, los países empezaron a sufrir temporales de frio extremo, lluvias torrenciales que causaron riadas y nevadas fuertes que destruyeron cosechas y mataron al ganado. Esta situación hizo que los productos de alimentación básicos de la época como eran el pan y la leche se encarecieran de tal manera que en países como Gran Bretaña o Francia se produjeron disturbios y saqueos de las panaderías porque la gente empezaba a pasar hambre.
En España, los episodios de fuertes lluvias y granizo destrozaron las cosechas de árboles fruteros, viñedos, olivares y de trigo causando una escasez de pan, un mal vino, una mala fruta y un mal aceite y, además, encareciéndose el precio de estos productos que eran la base de la alimentación de la población.
También hay que destacar que esta situación en Europa hizo que mucha gente decidiera emigrar de su país en busca de una vida mejor. En este sentido, el caso británico es interesante ya que se podría decir que fue aquí cuando se inició el movimiento migratorio de muchos irlandeses hacia Estados Unidos que tanto ayudó a crecer a ciudades como Boston con su tradición irlandesa.
Shelley y el origen de Frankenstein
Y este movimiento migratorio también se daba entre la gente culta del momento, aunque esta gente lo hiciera, simplemente, para alejarse de la situación e irse de vacaciones. Este es el caso de Mary Shelley.
Mary Shelley, acompañada de su marido, viajó aquel verano hacia Suiza para pasar un verano tranquilo.
Caso error. Al llegar a Suiza, los Shelley vivieron un clima más frio y violento que en Inglaterra hasta tal punto que se declaró la emergencia nacional por hambre y donde nevaba tanto y hacia tanto frio que los glaciares suizos se renovaban.
El matrimonio alquiló la Villa Diodati, una casa solitaria al lado del lago Ginebra donde recibieron la visita de del joven poeta Lord Byron y el médico y secretario de este, John William Polidori.
Durante ese “verano”, los Shelley y Byron vivieron de manera deprimente y hasta con tensión entre ellos ya que el mal tiempo (fuertes nevadas, lluvia constante que desbordaban ríos, tormentas con fuertes vientos y rayos aterradores y frio helador) impedía que, durante el día, pudieran salir a pasear por la naturaleza y a navegar en barca por el lago.
Sin embargo, de noche, los Shelley y Byron encontraron una manera de distraerse: contarse historias de terror al lado de la chimenea.
Una noche, el joven poeta le propuso al matrimonio que cada uno de ellos pensara una historia de miedo para contarle a los demás a la noche siguiente y se dice que, aquella noche, Mary Shelley soñó con “una criatura hecha de diferentes partes de cadáveres a la que se le daba vida” y que esa fue la inspiración de Shelley para escribir Frankenstein o El moderno Prometeo.
Hay que decir que, dentro de lo poético que suena, es posible que Mary Shelley soñara lo que plasmaría en papel sugestionada por el terrible clima de tormentas que lanzaban rayos fuera la casa y por las historias y discusiones que tuvieron los Shelley sobre el filósofo y médico del siglo XVIII Erasmus Darwin, abuelo paterno del Charles Darwin, el padre de la teoría de la Evolución.
Erasmus Darwin, una persona a la que Percy Bysshe Shelley fascinaba, fue uno de los principales defensores de la teoría del físico y medico italiano Luigi Galvini que defendía que el cerebro de los animales y los humanos produce electricidad que se transfiere por los nervios que va hacia los músculos que, de esta manera, produce el movimiento de las extremidades.
Todo esto hizo que se dijera que Erasmus Darwin, con tal de demostrar esta teoría, había animado a cuerpos muertos y que había trabajado en la teoría de resucitar cadáveres.
Como podemos ver, todo tiene su cara y su cruz. Un cambio climático que prolongó hasta 1818 frio constante, abundantes nevadas, lluvias torrenciales, malas cosechas y fuertes disturbios ayudó a escribir una de las grandes obras de la literatura universal.
Carlos llanas