OPERACIÓN GALAXIA: EL PRE 23-F

OPERACIÓN GALAXIA: EL PRE 23-F

Esta semana se cumplía el 40 aniversario de la intentona golpista del 23 de febrero de 1981 en España en la que participaron altos mandos del Ejército y de la Guardia Civil. Todos recordamos la mítica foto del teniente general de la Guardia Civil, Antonio Tejero, en la tribuna del Congreso de los Diputados y ordenando a los parlamentarios que se sentaran antes de disparar unos tiros al techo. Lo que poca gente no sabe es que en noviembre de 1978 ya se juzgó a este hombre por una charla en la que participo y se habló de un golpe de estado que se llamó Operación Galaxia. Hoy hablamos de lo que fue el preludio del 23-F.

Una charla de café

La Operación Galaxia recibió dicho nombre porque la charla donde se trazó lo que pretendía ser un golpe de estado fue en una cafetería del barrio madrileño de Chamberí, relativamente cerca del palacio de la Moncloa, llamada Galaxia porque el edificio tenía (y tiene) un gran cartel con ese nombre. Actualmente, la cafetería ya no existe y es un restaurante de una cadena de restaurantes de comida mexicana muy famosa en Estados Unidos.

En esta cafetería, a principios de noviembre de 1978, se reunieron el teniente coronel y jefe de la agrupación de tropas de la Guardia Civil, Antonio Tejero (el hombre que asaltó el Congreso en el 23-F), el capitán de la Policía Armada, Ricardo Sáenz de Ynestrillas; el comandante de Infantería Joaquín Rodríguez Solano y el capitán de Infantería José Luis Alemán Artiles. Tejero y Ynestrillas eran los cerebros del plan y estaban tratando de convencer a Rodríguez Solano y a Alemán Artiles para que los militares se sumaran a la operación.

El plan

Tejero y Ynestrillas tenían pensado un plan que creían perfecto. Los conspiradores querían llevar a cabo su plan el día 17 de ese mismo mes por dos razones: porque el rey Juan Carlos I estaba de viaje oficial a México y porque era un viernes, el día en que se celebraba el Congreso de Ministros en el palacio de la Moncloa y, además, era el día en el que la Guardia civil pasaba por delante de la Moncloa hacia los campos de tiro para hacer prácticas de tiro, las cuales eran con fuego real. Entonces, el plan era sencillo: la Guardia Civil entraría, armados con munición real, en el palacio de la Moncloa y secuestraria al gobierno y, en concreto, al presidente Adolfo Suárez. Mientras Tejero llevaba a cabo el secuestro del gobierno, Ynestrillas, como capitán de la Policía Armada, se encargaría de ocupar los centros neurálgicos de Madrid como la televisión pública y la radio nacional. Todo este plan pretendía acabar con el proceso democrático que se había iniciado en el país y que iba a culminar en el Referéndum de ratificación de la Constitución española del 6 de diciembre de ese mismo año.

La cuestión era que Tejero llevaba la Guardia civil y Ynestrillas a la Policía Armada, pero les faltaba el apoyo de los militares. Esa es la razón por la que invitaron a al comandante y al capitán de Infantería a tomar un café y les contaron su plan. Sin embargo, los militares, los que habían llevado a cabo tantos pronunciamientos en el siglo XIX y apoyaron el Golpe de Estado de 1936, esta vez iban a ser la perdición de los conspiradores. Estos militares, en vez de apoyar a Tejero y Ynestrillas, los denunciaron ante sus altos mandos y filtraron la noticia al periódico Diario 16 que sacó en portada la Operación Galaxia.

Las repercusiones

Tras la salida a la luz del escándalo, los cerebros del plan fueron arrestados y juzgados por tribunal militar presidido por el teniente general Federico Gómez de Salazar. Ante él, los acusados no negaron nada, pero sí que argumentaron que eran los únicos cabecillas de una idea que era más una charla de café que un plan. Este argumento le valió a Antonio Tejero una condena de siete meses en prisión y a Ynestrillas, una condena de 6 meses.

A pesar de que se dijo que fue una “discusión teórica sobre la posibilidad de dar un golpe de Estado”, mucha gente creyó que esa charla era solo la punta del iceberg y, según los medios de la época, se notó en el sentido de que disminuyó la circulación y aumentó la presencia policial en Madrid durante los meses posteriores.

No sabemos del cierto si la operación Galaxia se hubiera llevado a cabo o si realmente fue la fase embrionaria de lo que se haría tres años después, pero, lo cierto es que, hubo gente involucrada en esta charla que participó activamente en el 23-F, como es el caso de Tejero, y que, una vez más, la Transición española, a pesar de ser un momento muy importante de la historia reciente de nuestro país, se demuestra que tuvo sus fallos y tensiones que nos dan a entender su fragilidad.

Carlos Llanas

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