Los visigodos proceden de la tribu de los tervingios, de origen germánico. Esta se estableció en la zona del Bajo Danubio, fronteriza en el s. IV d.C. con el Imperio romano. Aquí ya se diferencian dos grupos, el de los visigodos y el de los ostrogodos.
Los ostrogodos se establecieron algo más dentro de la frontera, mientras que los visigodos tenían prácticamente un contacto directo con el imperio. Estos tenían una alianza de federados, por la cual mandaban tropas para luchar por Roma a cambio de un subsidio. En el declive del paganismo germánico entre los visigodos, empieza a difundirse el cristianismo que, primero estaba prohibido, y finalmente se convertirían al cristianismo arriano. El obispo godo Ulfila convertiría a muchos en esta tribu gracias a que les dio una literatura cristiana escrita.
Tras varios choques con el Imperio en época de Juliano, será con Valente cuando acuerdan un acuerdo visigodos y romanos de acogerles dentro del limes. Los romanos se comprometían a cederles unas tierras de cultivos y los visigodos, dirigidos por Fritigerno, a darles tropas y un subsidio. Sin embargo, tras no cumplir los romanos sus condiciones y dejarles en condiciones de hambruna y miseria, los visigodos se rebelarán y, junto a otras tribus de origen germánico, derrotan a Roma en la crucial batalla de Adrianópolis (376 d.C.).
En el 390 d.C. es proclamado rey de los visigodos Alarico I, que jugará a dos bandas con Roma, la atacará cuando vea conveniente (invasión de Tracia) o la apoyará cuando le interese (río Frígido). Sin embargo, considera más beneficioso lanzarse a la conquista de la zona oriental, controlada por el emperador Arcadio. Arrasa a numerosas ciudades griegas a su paso, llegando hasta la Península del Peloponeso por el sur, se lanza a la península itálica, en la cual es derrotado en dos ocasiones por Estilicón. Sin embargo, el emperador Honorio ordena la ejecución de Estilicón (vándalo criado por los romanos, como muchos generales en tiempos de Teodosio), además de las familias godas instaladas en sus dominios, lo que provoca la incorporación de miles de soldados godos en las huestes de Alarico, el cual se lanza a por Roma.
Alarico logrará saquear durante tres días a Roma (no era saqueada desde que lo hiciera Breno en el s. IV a.C.), tras lo cual inicia un plan para llegar a África que, debido a la destrucción de su flota, debe abandonar y acaba falleciendo.
Su sucesor fue el rey Ataúlfo, que pactó con el emperador Honorio la salida de los visigodos de la Península Itálica a cambio de la cesión de unas tierras en las Galias. Se casó con Gala Placidia (hermana de Honorio) en el 414, por lo que desafió a varios pretendientes al trono de Roma (Honorio no tenía descendencia). Tras numerosos enfrentamientos en el sur de la Galia, se ve obligado a expandirse hacia la Tarraconensis, con unos godos hambrientos (sus tierras estaban devastadas). Sería asesinado en unos establos de Barcelona el rey Ataúlfo.
Su sucesor, Walia, trató de llegar a África con una flota que destrozó un temporal (como ya sucedió con Alarico), por lo que se vió obligado a pactar con Constancio la llegada de provisiones a cambio del retorno a Roma de Gala Placidia y la declaración de guerra a los vándalos, alanos y suevos. Exterminaron a los vándalos silingos y recluyeron tanto a suevos como alanos en Galicia. Por esto, Walia es recompensado en el 418 con los territorios desde el Loira hasta Burdeos, con capital en Tolosa (actual Toulouse), creándose así el Reino Visigodo de Tolosa.
Al año siguiente le sucede el rey Teodorico. El rey de vándalos y alanos ataca el sur de la Península Ibérica y Teodorico acompaña como federado a los ejércitos imperiales, a los que cobardemente traiciona y se anexiona desde la Narbonense hasta el Ródano en la Galia hasta que es derrotado por Flavio Aecio.
En el 451 participa en la batalla de los Campos Catalaúnicos junto a Aecio, logrando detener por primera vez al rey huno Atila, aunque a cambio fallece el rey Teodorico II.
Le sucede su hijo Eurico, quien se lanza a conquistar la Península Ibérica, campaña que realiza con éxito a excepción de la Gallaecia que ocupan los suevos. Mientras tanto, en Roma es destronado el último emperador romano, Rómulo Augústulo, dando fin al Imperio Romano Occidental (476).
Estuvo prácticamente en constante guerra con francos y sajones, aumentando las fronteras del reino. El reino visigodo conoció su momento de mayor expansión territorial, siendo el reino más poderoso del momento.
Le sucede su hijo Alarico II, quien captura al gobernante Siagrio (último reducto romano en la Galia, llamado Reino de Siagrio) y se lo entrega por temor a Clodoveo I, primer rey franco que unificó toda Francia.
Sin embargo, la guerra entre los dos reinos más poderosos del momento estaba al caer. Será en la decisiva batalla de Vouillé (507) en la que las tropas francas aniquilan a las tropas visigodas, incluyendo al propio Alarico II. Los francos penetrarían en la región visigoda en la Galia, la cual ocuparon sin apenas oposición. Solo se pudo conservar la región de la Narbonense, y se dio fin al Reino de Tolosa.
Realizado por Santiago Conde Pomar, @hoplitahispano en Instagram.