La depuradora de A Coruña ha funcionado durante buena parte de la pandemia como centinela del coronavirus. A través de las heces, el virus llega a las aguas fecales y un análisis de éstas permite saber cuándo aumenta el número de contagios. Lo hace, además, adelantándose a las pruebas diagnósticas ya que el virus ya está presente en nuestro organismo antes siquiera de empezar a mostrar síntomas. Así, la planta depuradora se ha anticipado a los aumentos y descensos de la curva de contagios. Hasta ahora.
Los científicos que participan en el proyecto Covid Bens establecieron unos patrones que relacionan la carga viral presente en las aguas con el número aproximado de casos activos. Pero la enorme fiabilidad de esos modelos ha saltado por los aires con la entrada en escena de la cepa británica. «Hay una subida de carga viral, pero esto no se está correspondiendo con lo que ocurre en el sistema sanitario, es decir, no está repercutiendo en un aumento de PCR positivas», describe Margarita Pozas, microbióloga y directora del proyecto.
¿Por qué sube la carga viral en el agua, pero no los casos?
Esa subida de la carga viral es tan grande que en el área coruñesa iguala o supera a los peores momentos del mes de enero, punto álgido de la tercera ola. Sin embargo, los contagios permanecen en una especie de meseta. «La principal conclusión es que la variante británica está dominando y que la carga viral ha subido mucho porque las personas que la tienen en su cuerpo tienen mucha más carga viral que antes», razona Pozas, que añade que «casi el 100% de los contagios se vinculan ya a esta cepa».
«Estamos adaptando los modelos que estiman el número de portadores a partir de la cantidad de virus que hay en el agua porque se diseñaron en base a una variante del virus que ya no está», concluye Pozas. «En anteriores ocasiones nos adelantamos casi 20 días, prediciendo el repunte y actuando como un sistema de alerta temprana. Esta vez no sabemos qué va a pasar», reconocen desde el grupo de expertos.
De todas formas, en el seno del grupo de trabajo todavía no se descarta que el repunte en las aguas llegue finalmente a la curva de contagios. «No sabemos si esto se va a convertir en una meseta que luego acabe bajando; la otra posibilidad es que la alarma temprana vaya seguida de un repunte en el número de casos», afirma.
Los modelos se basan en una variante del virus que ya no está
Pero el predominio de la cepa británica no es el único factor que explica la distorsión en la relación, antes muy definida, entre carga viral hallada y PCR positivas. Antes de la última actualización de datos, realizada el día 8, se abrieron los perímetros y la hostelería parcialmente. Otros factores, como la vacunación, todavía no se han dejado notar, pero podrían variar la carga viral.
«La vacuna debería inmunizar a las personas y disminuir la carga viral. Eso no lo estamos viendo, probablemente porque no hay un porcentaje de vacunación muy elevado», matiza la microbióloga de la Universidade da Coruña.
Lo que sí tienen claro es que aunque la inmunidad se generalice, no afectará al análisis global. «La vacunación no tiene reflejo en las heces, lo que hace es alertar al sistema inmunitario cuando se inocula, entonces crea defensas, pero no multiplica virus». El proyecto Covid Bens trabaja también en «secuenciar las distintas variantes del virus» que permitirá saber qué variantes están presentes en las aguas fecales.