Pablo Casado y su núcleo duro están eufóricos tras superar la moción de censura de Murcia y las buenas perspectivas para las elecciones en Madrid. Tanto que esta semana se permitía recomendar a sus barones que no cayeran en la depresión. “Socialismo 0, Libertad 3”, tuitean y retuitean como un chute de optimismo. En Génova están convencidos de que el Gobierno de Pedro Sánchez “no aguanta” y habrá elecciones en octubre o noviembre.
Casado se lo dijo a los suyos con uno de esos símiles marineros que tanto gustan a los políticos. «Las velas están orientadas y llegarán vientos de cambio muy pronto”, les soltó al cerrar su discurso ante la Junta Directiva Nacional del partido. “Están convencidos de que el Gobierno se hunde”, confirma a NIUS una fuente que participó en el cónclave popular del martes. “Existe ese consenso en el partido de que la legislatura está finiquitada. Lo que pasa es que los 140.000 millones de los fondos europeos son una súper campaña para Sánchez y hasta que no los reparta seguro que no convoca”, aventura otro dirigente próximo al presidente del PP.
Existe ese consenso en el partido de que la legislatura está finiquitada. Lo que pasa es que los 140.000 millones de los fondos europeos son una súper campaña para Sánchez y hasta que no los reparta seguro que no convoca.
Los estrategas de Génova manejan con una mano el calendario electoral y con la otra, las encuestas. Aseguran que sólo están a dos puntos de los socialistas, empate técnico, si se cogen los datos en bruto, sin cocina demoscópica. El CIS de Tezanos establece sin embargo, una distancia sideral de más de trece puntos. Si surfean la ola favorable de las elecciones del 4 de mayo en Madrid están convencidos de que su líder cogerá el impulso necesario para llegar con posibilidades a un adelanto electoral que sitúan entre octubre y noviembre. “Ganando Isa sobradamente y gobernando, Pablo va a subir bastante en las encuestas y a Vox le damos un bocado”, asegura un dirigente popular con hilo directo en Génova y en la Puerta del Sol.
Pacto de no agresión a Vox
El drama para los populares es que en esa ecuación Vox es un factor determinante para que salga la cuenta. Lo primero en Madrid convertida en laboratorio de la reunificación del centro derecha . Isabel Díaz Ayuso sólo puede alcanzar la mayoría absoluta si suma con los de Abascal, y ni eso es del todo seguro, lo que rompe la estrategia de centro a la que se ha abonado Pablo Casado y la dirección nacional del partido. Su única esperanza es que Ayuso roce los sesenta escaños y Vox se estanque y se quede entre los 10-12 diputados, lo que según ellos, le permitiría gobernar en minoría, sin dar entrada a los de Abascal en el Ejecutivo madrileño. Sus encuestas internas avalan esa teoría. “Estamos un escaño por encima de la mayoría absoluta sumando con Vox que no crece demasiado”, cuentan.
Por si las moscas, han decidido trazar un plan de no agresión con la formación de extrema derecha. “No enfadarles e ignorarles”, se han conjurado en el Partido Popular empezando por su jefe, que lleva semanas sin hacer una sola referencia a los “populistas de derechas” como gusta llamarles. El líder de Vox, Santiago Abascal ya ha respondido a los primeros cantos de sirena que le llegan de Génova: “En su ansia por comerse a Cs parece que el señor Casado se ha tragado hasta la veleta. Al menos podemos celebrar la reunificación del extremo centro variable”, ironizaba.
El lunes en Vox dejaron la puerta abierta a “no pedir carguitos” en Madrid, en contra de lo que llevan sosteniendo desde hace semanas.
Vox tiene que hacer una campaña de guante blanco con nosotros porque si no, sus votantes se lo harán pagar. Igual sucede con la investidura. Sus electores no entenderían que pusieran palos en la rueda
De momento, en el Partido Popular no paran de hacer guiños a la extrema derecha “para no enfadarles”. Hasta legalizar el chalé de Rocío Monasterio, la líder de la formación de extrema de derecha en Madrid, hasta ahora sin licencia de primera ocupación.
“Vox tiene que hacer una campaña de guante blanco con nosotros porque si no, sus votantes se lo harán pagar. Igual sucede con la investidura. Sus electores no entenderían que pusieran palos en la rueda”, explican desde el núcleo duro de Pablo Casado, mientras cruzan los dedos. Su peor pesadilla es que a Ayuso no le quede más remedio que meter a Vox en su Gobierno para ser de nuevo presidenta. Eso sería letal para las posibilidades de Pablo Casado ante un escenario de adelanto electoral, así que desde Génova presionarán para que eso no se produzca.
Ayuso reclama sus galones
Isabel Díaz Ayuso a diferencia de su jefe nunca ha roto los puentes con Vox. En estos casi dos años de legislatura los ha mimado y distinguido como “socios preferentes”. Antes de dinamitar el Gobierno de coalición con Ciudadanos, se dejó fotografiar con la líder de la extrema derecha, Rocío Monasterio, en la Asamblea de Madrid tomándose un café.
Ayuso ha crecido como ‘lideresa’ y vuela sola. Tiene claro que no se va a dejar mangonear por las urgencias de Génova. Ha exigido a la dirección nacional autonomía para diseñar su campaña, y encargado a su consejero de Hacienda, Javier Fernández-Lasquetty, un duro de FAES los argumentarios que manejará para atraer a un electorado fronterizo con Vox. Su jefe de Gabinete y hombre de máxima confianza, el todopoderoso Miguel Ángel Rodríguez controlará con mano férrea los mensajes.
Casado necesita con urgencia una victoria electoral en Madrid que consolide su débil liderazgo. Por eso la insistencia de Génova en colocar a Toni Cantó, un fichaje de Teodoro García Egea, en los puestos de salida de la lista electoral, lo que ha provocado no pocas fricciones con la Puerta del Sol. Da igual que no mueva un solo voto. Madrid es el laboratorio de la reunificación del centro derecha que ansían Casado y García Egea, y Cantó la coartada delegada para atribuirse parte del éxito. «Nos jugamos el bigote», reconocen desde el entorno más próximo al presidente del PP.