Pensamos en el beso, sobre todo, como una expresión sublime de amor y romanticismo. Se dice también que el primer beso que damos nunca se olvida y que no se da con la boca, sino con la mirada.
Tendemos a suponer que besar es un impulso que surge de la naturaleza humana, pero está lejos de constituir un idioma universal. Los datos de la antropología muestran que se trata de una práctica marcada por la cultura, no por la biología. El beso, tal como se concibe en Occidente, no existía en América, África u Oceanía.
Y es que este gesto de «yuxtaposición anatómica de dos músculos orbiculares en estado de contracción», en palabras de Henry Gibbons, un doctor del siglo XIX, posee una pluralidad de significados.
Un beso es amor, es cariño y también es reivindicación.