Después de 448 días, los toros volvieron a la plaza de Las Ventas, con seis mil espectadores (el 25% del aforo) y sin Díaz Ayuso, cuya presencia se daba por descontada en los primeros minutos del festejo.
Nadie la echó de menos porque, en contra de las apariencias, Las Ventas tiene un público muy suyo al que le cuesta menos pitar que aplaudir, como bien saben las “figuras” del toreo.
La corrida del 2 de mayo, día de la comunidad de Madrid, parecía destinada a dar el mitin, expresión que en el argot taurino se reserva al diestro pinchauvas , ese que no acierta con la espada y le caen los avisos.
Con el PSOE de perfil, Ayuso introdujo esta corrida en la campaña electoral a fin de reforzar su mensaje de “libertad” (el que quiera que vaya y el que no…), a sabiendas del compromiso de alguno de sus contrincantes –Pablo Iglesias– por chapar Las Ventas y los festejos (la comunidad de Madrid tiene 39 municipios con plaza fija, 64 ganaderías de toro bravo y cinco escuelas de tauromaquia).