Hay un momento en la vida de todo autor, en el que debe enfrentarse a una columna vacía. La columna, que habitualmente está llena cuando empiezas a escribirla, solo necesita ser ordenada y redactada. Es sencillo. Todo suele suceder de tal manera, al menos en mi caso, que muchas veces tengo la sensación de que no soy yo quien escribe, sino que me la han dictado.
Julio Cortazar ya expresaba esa sensación a sus alumnos de Berkeley. “ a veces me da vergüenza firmar mis cuentos porque tengo la sensación de que me los han dictado, de que no soy el verdadero autor”. Esa sensación, cuando te paras a leer y releer lo escrito, es algo inherente al proceso de escritura o más bien, al proceso de creación.
Yo, que indudablemente soy un egocéntrico necesitado de aplauso, no siento sin embargo que esto lo haga para ello. Al contrario. Creo que esto lo hago por la necesidad de desnudar mis pensamientos, de exponerlos al público. Qué es un relato, un artículo, una novela sino un exhibicionismo de lo que habita en tu interior, una fotografía de tu yo.
Es cierto que cuando creas algo, sea lo que sea y le gusta a la gente, la sensación es muy satisfactoria pero creo que escribir para gustarle a los demás es un error garrafal. Es como cuando tienes dieciocho años y te vistes para ligar. No te vas a comer un Saci. Increíblemente, me di cuenta de ello en las primeras incursiones en la escritura.
Al poco tiempo de empezar a escribir mi blog “ Errores y Faltas “, tuve la suerte de que cayera en las manos de una periodista que, si bien no está en el top ten de los periodistas radiofónicos, si tiene un buen programa en una emisora de primera fila. Inmediatamente, se puso en contacto conmigo y me hizo saber lo mucho que le gustaba lo que estaba escribiendo.
“ Eres grande muchacho”, pensé entonces. De aquí al nobel. El halago de alguien que está en una posición que tú podrías anhelar es como meterse en una piscina de natillas. Dulce, indudablemente. Empalagoso incluso, pero lo que es seguro es que intentar nadar ahí es una muerte segura. Lo describe muy bien Karl Ove Knausgaard cuya opinión es que solo los fracasados se convierten en escritores.
La sola posibilidad de poder mostrar al mundo lo que tú crees que haces bien, cuando provienes de una racha de rotundos fracasos puede ser a su vez un viento que te eleve como una pluma y una losa que te aplaste sin posibilidad de redención. Ya no se trata de escribir algo que te sale solo porque está en ti, sino de escribir algo que llegue al público en dos minutos de locución y sea fresco, espontaneo y grácil como pompas de jabón. Ahí es nada.
A pesar de todo, tú lo intentas, porque tu personalidad autodestructiva te impulsa a ir siempre hacia delante, aunque muchas veces eso sea retroceder y te tiras por el acantilado, como Thelma y Louise, asumiendo que después ya solo queda el vacío.
Pero ocurre que quien te propuso el salto de la afición a la difusión, de poder enseñar lo que crees que haces bien a más personas, con el fin de gratificar aunque sean dos minutos de su existencia, se da cuenta que lo que le entusiasmó al principio varía según la luz del día o la noche en que lo lees. En cierta ocasión, Bob Dylan, preguntado sobre si alguna vez había interpretado sus canciones como en la grabación inicial, contestó “ ya sabes, un disco solo es una fotografía de lo que estabas haciendo en un día determinado. ¿ A quien le interesa vivir siempre el mismo día ?”. Pues la sensación que algo puede imprimir en ti, también está sujeta a las circunstancias del momento en que lo lees, lo escuchas, o lo miras.
Como dijo Guillermo Zuaznabar Oteiza, no voy a manchar mi curriculum de fracasos con una victoria de mierda. Al final, el fracaso se rentabiliza y deviene en éxito. Solo hace falta morirse. Verás como todo el mundo habla maravillas de ti.
En cualquier caso, te das cuenta de que en la vida, cada opción conlleva una condición. Nada es gratis. Y si te dejas agasajar, estas sentando las bases para ser condicionado, para perder la esencia de lo que haces por amor, por satisfacción o simplemente porque te gusta.
En cualquier caso, a mi me funciona aplicar la filosofía de las tres S.
Solo Se Seguir.
Julio Moreno