Últimamente tengo la impresión, cuando veo el telediario de cualquier cadena, de que en realidad estoy viendo un programa de ficción, una especie de trailer. Aún peor es la sensación de estar asistiendo a un relato mediatizado en su totalidad, dirigido a crear una determinada opinión. Esto se ha dado en llamar la línea editorial.
Decía Kurt Tucholsky que “ el periodismo es el mayor tejido de mentiras que jamás se haya inventado “. Mi opinión no va tan lejos, aunque yo, obviamente, no soy Tucholsky ni lo pretendo.
Mi opinión es que una mentira no es peligrosa. Una mentira es fugaz, se la detecta enseguida. El problema son las verdades a medias, o verdades orientadas. Esas son más peligrosas. Para detectarlas, hay que ser un lector avezado y tener costumbre de escudriñar la prensa desde los diez años.
Miradas de lejos, son verdades. Pero si entornas los ojos y miras más allá te das cuenta de lo retorcido que puede ser, simplemente, un titular. Solo con un titular, ya te están mediatizando. Como la mayoría de gente manipulable no pasa del titular, objetivo conseguido.
Hay figuras muy relevantes, incluso premios Nobel, que han sido verdaderos practicantes de esta premisa. Pensemos en Ernest Hemingway y su cobertura de la guerra civil española. Aunque conociendo al personaje, yo creo que Ernest hubiera hecho suya la confesión que un marine le hace a su oficial en Apocalipsis Now. “ Yo no he venido a la guerra a que me maten, sino a follar y pasármelo bien “.
En cierta ocasión el simpar Luis del Olmo hizo la siguiente aseveración; “ ser empleado de un medio para contar la verdad del dueño en lugar de la tuya, es algo terrible “. Siendo demasiado audaz, yo le diría a Luis que la frase correcta sería “ ser empleado de un medio para contar la verdad del dueño en lugar de la verdad, es algo terrible “. No existe la verdad de uno, ni la verdad del otro. Solo existe la verdad.
En este sentido, yo, que estoy en el lado fácil del periodismo, dado que mi labor no es informar, sino opinar, he de decir que no sabría conducirme por una línea. Soy incapaz de seguir una línea recta en cualquier aspecto de mi existencia, mucho más cuando me siento delante del teclado.
Si alguna vez han intentado este ejercicio mental que es la escritura, habrán comprobado que uno se sienta a escribir con una idea en la cabeza, pero una vez iniciado el relato, el artículo o lo que quiera que sea que estés escribiendo, este cobra vida y se escribe solo. Ya no eres tu quien lo redacta. Solo eres un instrumento para poner negro sobre blanco algo que, indudablemente, estaba en tu cabeza, pero tú ignorabas que estaba.
Por eso, cuando encuentras un medio en el que escribir con libertad absoluta, que te deja expresar tus opiniones , eclécticas o desaforadas sin mover una coma, hay que aferrarse a él como Kate Winslet se aferró a la tabla en Titanic.
En esta línea, es muy lamentable que haya lugares en los cuales la información está totalmente censurada y mediatizada. Esta semana la hemos iniciado con el lamentable caso de El Nacional de Caracas, que ha sido embargado por las fuerzas de Maduro. Un periódico abocado a un final triste e injusto por no seguir la línea gubernamental y denunciar los abusos de la clase dirigente. No es mi papel denunciar esos abusos en este foro, pero si puedo y debo expresar mi opinión a cerca de ellos.
El columnismo solo es opinión, pero una opinión puede ser un arma de destrucción masiva. No lo olvidemos.
Decía Elena Poniatowska, autora mejicana que durante un amplio espacio de tiempo recabó en el mundo de la información que “ el periodismo te come, es como una droga “. Yo añadiría que es algo que, a diferencia de las drogas, cuanto más lo practicas, más feliz te hace. Puede terminar matándote, si, pero si hay que morir, se muere. Mejor morir, que perder la vida.
Así pues, cuando se sienten delante del telediario, o cojan un periódico, ejercicios ambos que ya son merecedores de loa por el mero hecho de realizarlos, abran sus ojos y sus oídos y asimilen. Sean críticos, tengan criterio.
Se lo debemos a los nuestros y a tantos periodistas que literalmente se han dejado la vida para informar, decente y congruentemente, de los miles de desmanes que se cometen a diario y que, sin los periodistas, no se darían a conocer.
Así pues, por favor, sean objetivos, tengan criterio.
Julio Moreno