Entre el ayer y el mañana, Leonel García vive a “45 RPM”

“45 RPM”, una oda al paso del tiempo

45 RPM. Cuántos sentimientos e imágenes nos brinda Leonel García en su último disco. El tiempo pasa y la juventud se agota, o eso debió pensar cuando estaba a punto de cumplir 45 años. El compositor mejicano echa la vista atrás haciendo balance de su carrera como solista; una carrera que, al margen de Sin Bandera , la industria  le auguraba exitosa desde el día que decidió agarrar la guitarra con sus propias canciones como única compañía.

45 RPM es un hachazo, un golpe cortante y seco al paso del tiempo, y sus consecuencias. Es también un homenaje a esa raíz que  explosiona vestida de realidad. Un ahora inmediato fruto del aislamiento pandémico, momento en el cual se gestaron las diecisiete pistas que arman este trabajo, en el marco inigualable de Playa del Carmen.

Recuerdo la irrupción en el mercado allá por 2011 de Tú, su primer disco en solitario. Ha llovido mucho desde entonces, pero yo lo recuerdo como si fuese ayer; no fue difícil darnos cuenta de que era un trabajo en el que se vislumbraba el afán de Leonel por encontrarse a sí mismo como intérprete que presume de origen. Ya por entonces, su historia estaba escrita; el autor de Para Empezar ha sabido esculpir un proyecto único mezclando influencias, algo impensable en cualquier otro artista sin el bagaje que García acumula. Y lo hace bonito, muy especial, como el compositor que foguea un tema tras otro ajeno a dificultades y  límites.

45 RPM es, probablemente, el mejor disco de su carrera. Las canciones nos transportan al pasado del mismo modo que recuerdan que hay que exprimir el presente; los cortes están separados por bloques, tandas sonoras con tres preludios que actúan como puentes que unen orillas. Sirven para soltar lastre, nos despojan de la carga emocional animándonos a salir del escondite al que nos han conducido las historias que atesoran las canciones.

Las letras del álbum son potentes, dibujan paisajes necesarios para avivar recuerdos. De entre todas, Amor es la que mejor define el paso delicado del tiempo y de la atracción que se agota; escucho Morir al atardecer, en un pequeño pueblo mediterráneo y siento que no hay manera más poética de aparcar el ruido que con esta historia de vibraciones incondicionales, de “para siempres” prometedores que preceden a la algarabía de Normal , un R&B contemporáneo sobre miradas que salpican de azul el horizonte.

La admiración de Leonel por artistas que se abren paso en la música con la autenticidad como único lema, fue la causa de que alumbrara temas como Miento para la que contó con la dulzura de Nicole Zignano , a Sabino le cede la palabra en la descarnada Déjame Olvidar. Ximena Sariñana  y Jonaz de Plastilina Mosh comparten voces y protagonismo en el videoclip de Para La Eternidad, una canción apuntalada en el amor atemporal. ¿Pa’ Qué? es un bolero glam sin parangón en el que Daniel ejerce de fiel escudero, de igual modo que Dani Martín y Pedro Capó en De Rodillas, la pista más emotiva de las diecisiete por su carga social.

Los tres sostienen el ritmo sin relajarse, sin perder la calidad que exige un tema lanzado al gran público, saliendo airosos de la contienda. Un Demonio posee un marcado corte cinematográfico; es un tema de versos vívidos en los que se nos presenta a una pareja que enamorada, planea el futuro como si de la secuencia de un film se tratase.

La cadencia tiene nombre, se titula Por Tí; sus versos son la crónica de un amor que, pese a la fidelidad, arde en la hoguera del desencanto convirtiéndola en una balada deliciosa y triste que bien podría haber firmado el mismísimo Jorge Drexler.

A estas alturas de disco, queda claro que García es un autor que domina los sentimientos a su antojo; sabe hacer desfilar alegría, tristeza, y desazón con la pericia de un mago. Sales Como El Sol es otra muesca en su revólver con sabor a bossa nova. Suena a Caribe, al menos en espíritu, trotando entre el amor idealizado y el real. Las guitarras más tímidas asoman en Estallo Al Mundo en la que la calma musical se contrapone a la tensión que encierra la letra. Es como un quejido sombrío que pide veladamente un cable a tierra urgente, una última oportunidad antes del adiós definitivo.

El cierre lo anuncia Quédate, la canción perfecta para encarar la despedida. El broche ideal, una puerta abierta al futuro. La resistencia a las idas y venidas, el último acto de una obra hecha con el corazón que anuncia futuro y un  mañana prometedor, a pesar del paso cruel del tiempo. 45 RPM es una pequeña gran obra a la que aferrarse cuando los recuerdos crujen como la madera, y el paisaje se presenta lleno de curvas. Leonel García ha facturado una obra emotiva y necesaria, mientras sigue navegando por los mares del instinto con la honestidad como brújula.

Maria Teresa Ceron

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