BIGA VS. BUSCA: LUCHA POR BARCELONA EN EL SIGLO XV
Cada cuatro años, en todos los pueblos y ciudades de nuestro país vivimos las elecciones municipales donde se eligen quienes van a gobernar los ayuntamientos.
Cada uno se conoce lo suyo, pero creo que es vox populi cuando digo que en estos comicios siempre se desatan rivalidades que van más allá de las estrictamente políticas. Eso no es nuevo porque esto ya pasaba, salvando las distancias, en el pasado. Hoy vengo a hablaros de una rivalidad municipal muy sonada que se sucedió en Barcelona durante el siglo XV que llegó a desembocar hasta en una guerra; hoy os hablo de la rivalidad entre la Biga y la Busca.
Lucha de intereses
Estamos en la Barcelona del siglo XV. Barcelona (y el Principado) ya no eran lo que habían sido en los siglos anteriores: el descenso poblacional por la peste, las guerras en Europa y la pérdida de importancia como enclave comercial provocaron que los gobernantes de la ciudad se fueran dividiendo en dos grandes bandos o partidos dentro de la Universitas o ayuntamiento de la ciudad para defender sus intereses.
Por un lado, tenemos a la Biga: el grupo formado por la oligarquía urbana y la gente que vivía de las rentas y tierras que poseía. Por el otro lado tenemos a la Busca: el grupo formado por los artesanos y mercaderes que intentaban crearse su lugar en la ciudad a base de su trabajo.
Básicamente, la Biga se creía, tal como indica su nombre, que eran la “viga” que sostenía la ciudad porque eran quienes mandaban mientras que la Busca quería cuotas de poder porque, a base de trabajo, se estaban haciendo personas influyentes en la ciudad.
Además, sus políticas eran más opuestas si cabe: la Busca quería devaluar la moneda para aumentar las exportaciones, querían acabar con los amiguismos y corruptelas que la Biga practicaba en el gobierno municipal y querían aplicar políticas proteccionistas para reimpulsar la industria. La Biga se oponía a estas propuestas que, claramente, iban encaradas a atacar sus bolsillos y privilegios, cosa que a la monarquía no le parecía tan mal, por eso la Busca encontró, en más de una ocasión, su apoyo.
Ayuntamiento buscaire
El 30 de noviembre de 1453, el lugarteniente general de Cataluña, Galceran de Requesens, como autoridad máxima en el Principado ante la ausencia del rey, ordenó la suspensión de las elecciones para renovar el gobierno municipal de Barcelona y ordenó la imposición de un gobierno municipal de orientación buscaire.
Por primera vez en la historia de la ciudad, el Consell de Barcelona dejaba de estar gobernado por la nobleza. La Biga no se quedaría de manos cruzadas y se presentó en Nápoles para protestarle esta decisión al rey Alfonso el Magnánimo que, como señor de la ciudad, concedería a la ciudad un nuevo privilegio o ley para regular la composición del consistorio. Aun así, este reglamento no evitaría siete años de ayuntamiento buscaire en Barcelona.
Durante estos siete años, la Busca implantó su programa político para reflotar la ciudad. A nivel económico y comercial, el gobierno buscaire aplicó una devaluación importante de la moneda, se favoreció a la industria catalana con medidas proteccionistas y se obligó a toda mercancía pasar por Cataluña o a salir de ella en barcos catalanes a través de una Acta de Navegación.
A nivel político, la Busca decretó una bajada del sueldo de los funcionarios y persiguió todos los casos de corrupción de la Biga. Todas estas iniciativas tenían que dar sus frutos a largo plazo, pero la fuerte oposición de la Biga provocaron su fracaso y la perdida de apoyo a un gobierno municipal que ya empezó con mal pie al ser impuesto.
El fin del gobierno buscaire
La Biga, aprovechando su poder en estamentos superiores como las Cortes o la Generalitat, y uniendo fuerzas con la nobleza rural laica y eclesiástica que también estaba viendo amenazados sus privilegios ante los payeses remenses, provocaron el fracaso de la Busca.
Al final, en 1462, la Biga recuperó el poder, pero las tensiones entre la monarquía y los señores y entre la Biga y la Busca eran demasiado intensas y acabó estallando en la Guerra civil catalana, un conflicto que duraría 10 años y que traería muchos cambios para Cataluña, en concreto, y para la Corona de Aragón, en su conjunto.
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