¿La libertad en el retrete?
Me cuenta un amigo del otro lado del Atlántico, que en la España de los años 60 que él conoció, el hecho de ver pueblos sin baño era algo que se daba.
Por lo general, la gente que vivía en esos pueblos acudía para hacer sus necesidades al campo o los establos. Pero lo sorprendente, es que, para esa población, esa situación no se percibía como incómoda sino como lo normal.
La cosa cambiaba cuando alguna persona visitaba una ciudad y conocía el retrete. En cuanto podían instalaban uno en la casa del pueblo donde vivían. ¿Por qué? Porque simplemente habían experimentado la comodidad y su anterior situación era ahora percibida como incómoda.
El hecho puede resultar irrelevante para muchos, pero tiene más trascendencia de lo que pudiera parecer. ¿Y si en vez de comodidad de lo que hablamos es de libertad?
¿Pero acaso podrá valorarse y amarse algo que no se conoce? Obviamente no.
Imaginen lo que es para una persona que aprecia esa libertad, el experimentarla y tras un breve periodo de tiempo volver a la situación previa. Una situación donde la libertad es limitada y empañada por diversos factores, la frustración y el anhelo de poner rumbo a tierras más libres es constante.
Por otra parte, el que ha vivido esa amarga situación, vive en una comparativa constante entre lo que conoció y lo que vive, entre lo deseado y no alcanzado, buscando a ver si por algún lado hay otro exiliado que habiendo alcanzado ese anhelo lo comprenda y no lo reprenda. Porque de reprensiones e incomprensiones esta ya mas que harto y con todo aún debe en eso (supuestamente) hallar el consuelo para su presente ya que en el pasado esas represiones e incomprensiones habrían ido mucho más allá, literalmente, lo habrían mandado al mas all
Resulta oportuno recordar la escena que nos da el Quijote con el morisco Ricote donde dice:
Salí, como digo, de nuestro pueblo, entré en Francia, y, aunque allí nos hacían buen acogimiento, quise verlo todo. Pasé a Italia y llegué a Alemania, y allí me pareció que se podía vivir con más libertad, porque sus habitadores no miran en muchas delicadezas: cada uno vive como quiere, porque en la mayor parte della se vive con libertad de conciencia. Dejé tomada casa en un pueblo junto a Augusta; juntéme con estos peregrinos, que tienen por costumbre de venir a España muchos dellos, cada año, a visitar los santuarios della, que los tienen por sus Indias, y por certísima granjería y conocida ganancia.
Y ahora cabe preguntarse, lector, si donde usted vive la libertad está en el retrete o no.
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