LA EXPEDICIÓN IMPERIAL TRANSATLÁNTICA: UNA HISTORIA DE SUPERVIVENCIA EN EL POLO SUR
La Historia tiene algo de poesía en sí misma. El 5 de marzo de 1922, hace 100 años, era enterrado Ernest Shackleton, el hombre que quiso ser recordado como el líder de la expedición que cruzó por primera vez, de costa a costa, la Antártida y que acabó pasando a la historia como el líder de una aventura de supervivencia.
¿Por qué digo lo de la poesía en la historia? Pues porque, hace unos días, una expedición arqueológica submarina ha encontrado el Endurance, el barco donde Shackleton y su tripulación viajaron para realizar la expedición. El navío se hundió en 1915, en medio de la misión, y allí empezó otra misión: la de sobrevivir. Hoy hablaremos de esta misión que quiso ser una hazaña exploración y se convirtió en una hazaña de supervivencia.
Shackleton y la era de las exploraciones antárticas
A principios del siglo XX, muchos exploradores vieron en el Polo Sur «la última frontera». Uno de ellos era el irlandés Ernest Shackleton. Este ambicioso hombre ya había estado en el continente helado antes de esta gran aventura.
Entre 1901 y 1904 estuvo en la Expedición Discovery, una expedición científica, que tuvo que abandonar por problemas de salud. Frustrado por este “fracaso”, Shackleton volvió al Polo Sur dirigiendo la Expedición Nimord (1907-1909) para alcanzar el punto más meridional del continente jamás hallado por el hombre. Por esta hazaña, Shackleton consiguió el título de sir.
Tras esta proeza, el explorador no se quedó quieto, propio en él, y creía que lo último que faltaba al ser humano era un viaje de punta a punta del continente helado. De esta manera, entre 1913 y 1914, Shackleton reunió fondos gracias al gobierno británico, organismos de exploración y diferentes mecenas para financiar su expedición. Con el dinero recaudado, el irlandés compró 2 barcos: el Aurora y el Polaris.
Este último lo rebautizó como Endurance. La misión era clara: se iban a crear dos equipos: el del Endurance y el del Aurora; el primero sería quien atravesaría el continente desde el mar de Pedrell, en el norte, hasta el mar de Ross, en el sur-oeste. El otro equipo entraría en el continente por el mar de Ross para dirigirse a la barrera de hielo de Ross y al glaciar Beardmore para instalar una serie de almacenes con suministros para el Endurance.
Empieza la aventura (y los problemas)
El Endurance partió del puerto de Plymouth el 8 de agosto de 1914 y no llegó a la Antártida, haciendo varias paradas durante el trayecto, hasta el 5 de diciembre. La última parada del Endurance antes de adentrarse al mar helado fue la isla de Georgia del Sur, un punto ballenero. Allí, los marineros advirtieron a Shackleton de que estaba haciendo más frío de lo normal y que era una locura ir hacia el Polo Sur. El explorador no les quiso hacer caso y partieron hacia la aventura.
Desde el primer momento en el que el barco se fue acercando al Círculo Polar antártico, los témpanos de hielo e icebergs empezaron a surgir, pero eso no detiene a Shackleton. Con la cantidad de hielo compacto que había, el barco se movió poco durante las primeras semanas.
Luego, durante los siguientes días, el Endurance iría avanzando sin mucho problema hasta que, el 17 de enero de 1915, por un temporal, el barco quedó atrapado en el hielo antártico que lo fue llevando a la deriva. Tras un mes sin moverse, la tripulación intentó por todos los medios liberar el navío, sin éxito.
Vista la situación, Shackleton ordenó desembarcar a los perros que traían para la travesía terrestre para instalarlos en el suelo y acondicionar el barco para una tripulación que debería pasar muchos meses encerrados en el barco.
La tripulación vivió relativamente tranquila durante los meses invernales de mayo hasta julio, yendo a la deriva. A finales de julio, un pequeño temporal parecía que daba la oportunidad al Endurance de escapar del hielo, pero solo era un espejismo: el barco se estaba rompiendo y la situación fue a peor.
Además, a pesar de estar atrapado en el hielo, el barco seguía “navegando” por el Efecto Giro que llevaba al barco por el mar, aunque pareciera que este estaba quieto. Para colmo, el barco, a causa de este efecto, sufría una gran presión por el hielo que lo estaba partiendo en dos, literalmente.
Cambio de planes
El 24 de octubre, el barco chocó con un enorme témpano de hielo. La presión provocó la rotura del casco de la embarcación y empezó a entrar agua. Shackleton ordenó salvar todas las provisiones posibles y abandonar el barco. El 27 de octubre de 1915, la tripulación debía tomar una decisión: abandonar la misión de exploración y pensar en sobrevivir.
La expedición acampó en un primer momento sobre los témpanos de hielo que crujían y con temperaturas de hasta 30 grados bajo cero. Shackleton decidió que lo mejor era dirigirse hacia isla Paulet, una isla alejada, pero que él sabía que tenía provisiones de sobras y los botes salvavidas para que, cuando llegaran a mar abierto, pudieran navegar.
El 30 de octubre dejando atrás al Endurance que seguía resistiéndose a hundirse. Sin embargo, las circunstancias meteorológicas no permitían una marcha rápida. Avanzaban muy poco. De esta manera, la expedición acampó de nuevo y fue recogiendo los últimos suministros del interior del Endurance, a unos pocos kilómetros del campamento, hasta el 21 de noviembre, cuando el barco, finalmente, se hundió.
Durante el tiempo que estuvieron acampados, el bloque de hielo donde estaban Shackleton y los suyos siguió moviéndose. Eso hacía que los alejara de su objetivo. Para solucionarlo, Shackleton ordenó caminar de noche, cuando el hielo estaba más firme, para poder llegar a isla Paulet. En estos momentos, parte de la tripulación estaba molesta con el explorador y se vivieron momentos de tensión y hasta un motín que no pasó a mayores.
El año 1916 empezaba para la tripulación con esa travesía que duraría poco porque, rápidamente, tuvieron que acampar de nuevo. Ese campamento duró tres meses, esperando que las corrientes los llevaran a mar abierto.
El campamento fue bautizado como Campamento Paciencia. Durante ese tiempo, se vivieron momentos muy críticos; hubo escasez de víveres y se tuvo que sacrificar a los perros de la expedición para que sirvieran de alimento. Y la cosa no mejoraba: las corrientes marinas hicieron que el bloque de hielo donde estaban acampados se alejara de la isla Paulet.
En marzo, Ernest Shackleton pensó que era mejor llevar a su tripulación a isla Decepción (un nombre muy apropiado para la situación) con los tres botes salvavidas que llevaban porque dicha isla estaba en una zona con presencia habitual de balleneros.
La misión se llevó a cabo el día 9 de abril tras la ruptura de la placa de hielo donde estaba el asentamiento la noche anterior. La travesía fue extrema con las corrientes, el hielo y las bajas temperaturas. Poco duró la idea de isla Decepción y se tomó la decisión de ir a Isla Elefante, a unos 160 kilómetros de distancia.
Después de una ruta dura, llegaron a mar abierto. Hasta llegar a isla Elefante, la tripulación tuvo que pasar por temporales, acampando en icebergs y pasando cerca de enormes orcas. Finalmente, el 15 de abril de 1916, la tripulación de Shackleton llegó a tierra firme.
El fin de la odisea del Endurance
A pesar de estar en tierra firme, isla Elefante era un páramo helado y rodeado de acantilados. De ahí que Shackleton tomara la decisión de dirigir un grupo de exploración que iría con uno de los botes salvavidas hacia Georgia del Sur, la isla de donde el Endurance zarpó dos años atrás y donde ya se le advirtió del peligro.
Shackleton y cinco de sus hombres se embarcaron con uno de los botes hábilmente reforzado por el carpintero de la expedición. El bote zarpó el 24 de abril y, el 10 de mayo, tras luchar contra viento y marea (literalmente) la pequeña embarcación de 6 metros llegaba a la Bahía Haakon de Georgia del Sur.
Por desgracia, el grupo debió hacer una caminata a pie a través de la isla hasta llegar a la estación ballenera de Stromness porque de los 6, tres no estaban físicamente bien. Esta travesía la hicieron Shackleton, Frank Worsely, el valeroso capitán del Endurance que los había llevado por océanos helados y un marinero más.
La marcha duró 36 horas por no conocer el terreno montañoso y escarpado de la isla, por el helado clima de la zona y por la falta de equipamiento, pero, finalmente, estos tres hombres pudieron escuchar, 17 meses después, el primer sonido humano no producido por ellos: el silbato de la estación ballenera de Stromness. Lo habían logrado; se habían salvado. Pero faltaba rescatar a la gente de isla Elefante.
Entre mayo y agosto, Shackleton intentó por todos los medios posibles rescatar cuanto antes a sus hombres, pero el hielo antártico se lo impidió hasta tres veces.
Finalmente, gracias al marino chileno Luís Pardo Villalón y su pequeño barco El Escampavía Yelcho, de la Armada de Chile, rescataron a los hombres de Shackleton en una embarcación en dirección a la ciudad chilena de Punta Arenas. La expedición empezó con 28 tripulantes. La expedición acabó con los 28.
La aventura del Aurora
La historia pudo acabar así, pero todavía faltaba la otra parte de la expedición: el Aurora.
Por desgracia, a esta expedición no le fueron mucho mejor las cosas que a la otra: se tuvieron que realizar dos viajes antes de llegar al punto acordado e instalar los almacenes de comida y suministros, una parte de la tripulación cogió el escorbuto y la otra se perdió por un temporal de nieve. Finalmente, a los supervivientes se les rescató allí donde habían quedado atrapados. Ernest Shackleton participó en el rescate de estos hombres.
A pesar de lo mal que lo pasaron, Shackleton prepararía una última expedición al Polo Sur. Sin embargo, murió antes de empezar. Esta es la aventura que se vivió tras el hundimiento de un barco que, después de 107 años, “ha vuelto”.
Carlos Llanas
@carlosllanas_ @rincondhistoria